Angelines Ortiz. :: A. VÁZQUEZ
CÁDIZ

Un taller de autoestima

Angelines Ortiz ha cumplido 40 años al frente de la asociación Santo Tomás, un grupo que busca el crecimiento de la mujer

CÁDIZ. Actualizado: Guardar
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Angelines Ortiz no puede evitar emocionarse cuando echa la vista al pasado. Lleva 40 años al frente de la Asociación Santo Tomás, una organización que comenzó su andadura en 1969 y nació con la vocación de ser un centro de reunión para las mujeres. De pie, junto a una de las estanterías de la asociación, pasa con sumo cuidado las hojas de un libro titulado 'Pensamientos ocultos'. Una edición que no se encuentra en ninguna de las librerías de Cádiz, solo en la calle García Carrera. Este libro es muy especial porque en él, las mujeres más que contar se escriben a sí mismas. «Fue un taller que organizamos y en el que cada una debía relatar algo que llevaran consigo a todas partes, fue más bien una terapia de grupo», relata Angelines. En él se puede leer historias de algunas mujeres que perdieron a sus hijos y otras que perdieron sus sueños. Todo ello escrito y encuadernado. Junto a él se encuentran otros tomos de libros relacionados con temas menos serios. «Hemos escrito sobre todo: desde refranes hasta historia de la copla o nuestro propio diario pero siempre de nuestro puño y letra».

Angelines participó en la creación de este centro con el objetivo de enseñar a las vecinas a leer y escribir. «En los años 50 y 60 había mucho analfabetismo, sobre todo entre las mujeres, y decidimos tener un espacio donde poder enseñarle lo básico». No fue tarea fácil ya que contaron con una buena oposición. «Al principio venían muchas a preguntar si podían venir pero luego no aparecían porque sus maridos no las dejaban. Otras debían salir a las seis de la tarde porque sus esposos querían un café sobre la mesa y no pensaban ponérselos ellos mismos». Pero la educación fue pieza fija dentro de esta organización. «Queríamos que pudiesen valerse por sí mismas y qué menos que saber escribir su nombre». Aún así Angelines afirma que aún no sabe «como no me han pegado alguna vez» y reconoce que ha tenido mucha suerte «porque mi marido y mis hijos siempre me han apoyado».

Recuerda con especial cariño a una de las mujeres a quien le enseñó escribir. «Matilde aprendió con nosotras y no te puedes ni imaginar la alegría que se llevó cuando al fin pudo escribir una carta a su hijo que estaba en la mili, la tiene enmarcada y todo». Primero fue la alfabetización y luego vino la autoestima. «No sólo nos dedicamos a la escritura y a la lectura, también organizamos charlas y talleres». Ángeles, una de las socias, cuenta que su vida cambió después de participar en una actividad sobre la valoración personal. «Ni siquiera sabía lo que significaba la palabra autoestima y cuando empecé a escuchar las cosas buenas que tengo y mis valores, dejé de sentirme pequeña».