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IMPLICADOS

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A los candidatos romanos se les exigía que vistieran una túnica impoluta, como símbolo de su candor íntimo, pero no abundaban por aquel entonces las tintorerías, ni los detergentes que ahora lavan blanco, blanquísimo. Hay que jugar con los componentes de la plantilla y se tiene lo que se tiene, no lo que se hubiera deseado tener. Rajoy ha aprobado la lista de Camps con diez implicados por corrupción y no le ha dado un notable alto porque le ha parecido excesivo. En Andalucía la Cámara de Cuentas investiga las subvenciones, ya que se calcula que el fraude a las ayudas de la UE gestionadas por la Junta es del cincuenta por ciento largo. La pureza, que otros llaman ingenuidad, sigue siendo una exiliada.

El más alto pensador español del siglo pasado, que quizá no fuera el más hondo en la materia, afirmó que la política «es una tarea desalmada». No negó que fuera sublime, ni necesaria. Sólo se atrevió a decir que excluía a personas sensibles y de moral estricta y por eso estaba relegada a otro tipo de gentes. Lo que en su docta opinión excluía a los mejores, que se dedicaban a otros menesteres, quizá por esa falta de abnegación que solemos llamar egoísmo. Lo cierto es que en todas las listas que no hay más remedio que aprobar abundan tipos de conducta reprobable.

Acaso la honestidad, quiero decir la honradez, sea una virtud menor en un político profesional. Lo malo es que la imiten los 'amateurs'. Ojalá nos dieran los dioses a un Mirabeau o un Disraeli, por no decir a un Julio César, que queda demasiado lejos. ¿Qué nos importaría su vida privada si mejorara la pública? Los grandes personajes confían siempre en que los juzgue Dios o la Historia, ya que saben que ese dictamen va para largo o para nunca. Nosotros nos tenemos que conformar con votar a quienes nos proponen y en todas las listas hay implicados por corrupción. En algunos casos han sido calumniados, pero en otros se confirma que las calumnias eran completamente ciertas.