PAN Y CIRCO

CUALQUIER TIEMPO PASADO...

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Tuve el privilegio de formar parte del selecto grupo de invitados al almuerzo del Centenario del Cádiz CF y durante unas horas pude olvidarme por completo de su triste realidad, coincidiendo con sus cien años de existencia. Recuperé la ilusión que nos han robado sus actuales máximos accionistas y en un reconfortante ejercicio de regreso al pasado pude compartir saludos y palabras con quienes formaban parte de este club cuando a principios de los 90, siendo un veinteañero, viví y trabajé el día a día del primer equipo y su cantera. Dos décadas más tarde ahí estaba hablando con Jose, Cortijo, Arteaga, Mateos, Vidal, Moncho, Dertycia, Blanco, Escarti, Carmelo, Poli, Lapi y Pepe Mejías; abrazándome al buenazo de Manolito; recordando a los que me ayudaron a estar allí como Manolo Galvín y a quienes ya no están y así se han librado de soportar esta vergonzosa etapa: Irigoyen, Alfonso Vargas, Camilo Liz, Enrique Hernández, Alfonso el fiebre... Allí, en el Baluarte de los Mártires, ni estaban todos los que son ni son todos los que estaban, pero sobre todo se respiraba tal sensación de que cualquier tiempo pasado fue mejor que hacía falta salir a tomar el aire de levante para no asfixiarse con tanta falta de decencia como impera en el Cádiz CF de 2011. Muchos añorados, como mi buen amigo Pepe Szendrei, un tipo que siempre te decía la verdad a la cara y que por eso, precisamente, no ha nacido en España. Muchos consejeros actuales sin ni puñetera idea de cadismo, pero entregando placas para poder salir en la foto. Y la ausencia, por motivos familiares, del máximo culpable de que esta centenaria entidad esté bajo mínimos. Nadie le echó en falta porque rodeado de tanta leyenda se le hubiera caído la cara de vergüenza. En el bicentenario, estaremos todos muertos; pero, al menos, esperemos que Antonio Muñoz permita que este Cádiz siga vivo.