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PRESUNCIONES

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Los dos grandes partidos nacionales, que lo son «a manera de hoyo» que dijo el clásico, o sea, mayores cuando más se escarba, están alardeando de limpieza frente a la corrupción. Hace falta echarle cara para echarle tierra a tantos y tantos encubrimientos económicos, pero la mutua acusación es «tú más». Ninguno niega el abrumador porcentaje de golfos, ya que en las dos organizaciones están «prietas las filas»: lo que se discute es que unas están más pobladas aún que las otras. ¿En qué organización se han refugiado más sinvergüenzas? Nunca sabremos el número exacto, pero parece que no cabe ni uno más y ese dato es confortador.

Afirma el dicho popular, que es tan cierto como discutible, que «se presume de lo que se carece», pero presumir no es sólo vanagloriarse y tener un alto concepto de sí mismo: hay políticos que no están encantados de haberse conocido, sino de conocer a los más altos miembros del partido al que pertenecen. Lo que se llama tener buenas agarraderas. Les son necesarias ya que si no las tuviesen se los llevaría el viento por su falta de peso específico. ¿Por qué ese miedo a las primarias? Es elemental conocer, en la medida que puede conocerse a alguien, a la persona cuyo nombre vamos a escribir en una papeleta. Nunca hay que descartar que sea de fiar, ya que en España hay muchas, muchísimas, personas decentes y algunas no tienen inconveniente en mezclarse con los truhanes, con tal de conseguir que mejoren las cosas.

Parece que a los barones del PSOE les ha entrado la prisa y quieren que su exidolatrado Zapatero se esfume antes de las municipales y autonómicas. Pretenden despejar el camino, pero no la incógnita. El PP en cambio sigue apostando por alguien que no le gusta ni siquiera a los que han depositado su confianza en él. Quizá no sea del todo improcedente decir que el señor Rajoy tiene seguidores que se encuentran a mucha distancia de él, pero en esas estamos.