El lehendakari Patxi López, durante su intervención de ayer en el Foro ABC en el Casino de Madrid. :: JAIME GARCÍA / ÁNGEL DE ANTONIO
ESPAÑA

Patxi López se desmarca de Zapatero y critica que se impongan nuevas condiciones a Sortu

El lehendakari defiende en Madrid que la ley de partidos no exige la desaparición de ETA

MADRID. Actualizado: Guardar
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«En democracia no se puede estar jugando todo el día a poner una condición cada vez que nos conviene; la ley es la ley para lo bueno y para lo malo». El lehendakari Patxi López no pudo ser más contundente. Con estas palabras, el presidente del Gobierno vasco mostró ayer su profundo desacuerdo con la nueva doctrina acuñada por José Luis Rodríguez Zapatero para enfrentarse a la aparición de Sortu en el panorama político vasco; eso de que solo podrá ser legal si ETA desaparece. A ojos del jefe del Gobierno vasco, se ha movido a los promotores del nuevo partido la portería cuando estaban a punto de tirar a gol.

No es la primera vez que López dice algo parecido. La diferencia es que esta vez fue en Madrid, durante el coloquio posterior a la conferencia que impartió en el Foro ABC, a sabiendas de que tendría mayor impacto. Y no solo no le importó, sino que defendió su derecho a discrepar de la opinión mayoritaria en su partido y a rebatir a los que, «a veces, dictan lecciones a 500 o mil kilómetros de distancia» sobre cómo se debe actuar en el País Vasco. «No lo vamos a consentir», dijo.

Lo cierto es que en la sala del Casino de Madrid en la que se encontraba al pronunciar el enérgico discurso, tampoco había nadie de peso en el Gobierno a quien ofender. Suele ser habitual que varios ministros acudan a arropar a los dirigentes del PSOE que participan en este tipo de actos -cinco de ellos estuvieron el martes en el desayuno del candidato a la Junta de Castilla y León, Óscar López, en el Foro Nueva Economía- pero el jefe del Ejecutivo de Vitoria solo estuvo acompañado por la titular de Ciencia y Tecnología, Cristina Garmendia, parte de la cuota vasca en el Ejecutivo. Fuentes gubernamentales aseguran que se debió solo a problemas de agenda y que el lehendakari es «una persona muy querida» en el Ejecutivo. El caso es que le dejaron solo y él se explayó.

«La ley de partidos dice muy claramente cuáles son las condiciones por las que un partido es ilegal: no puede haber formaciones tapadera de una banda terrorista que le sirvan para buscar apoyo social, financiación, etcétera. Pero a la vez dice cuáles son las condiciones para ser legal y entre las condiciones -subrayó- no está que ETA desaparezca».

El lehendakari admitió que el mundo de la izquierda radical ha defraudado en muchas ocasiones las ilusiones de los ciudadanos vascos y que, por tanto, hay que actuar con cautela para evitar una nueva frustración, pero también defendió que se debe buscar un equilibrio entre la prudencia y la «íntima esperanza» de que esta vez todo saldrá bien para no obstaculizar la llegada de la «paz definitiva».

«Si la izquierda 'abertzale' de verdad ha hecho una reflexión por la que quiere integrarse en democracia y dice que su objetivo es que ETA desaparezca y su voluntad es hacer política rechazando la violencia. ¿No era lo que les habíamos pedido siempre?», reprochó.

Ni entró a valorar el hecho de que Sortu haya rechazado el atentado que, según se desveló con la desarticulación del comando Otazua, ETA quería perpetrar el pasado año contra él ni dijo que haya que abrir las instituciones a la antigua Batasuna sin pensarlo más. Frenó ahí para afirmar que ahora deben ser los tribunales los que determinen hasta qué punto es demostrable con hechos el rechazo de Sortu a la violencia como modo de alcanzar objetivos políticos. «No se trata de una cuestión de fe», remarcó.

Doble discurso

Su intervención puso de manifiesto, en todo caso, la distinta lectura que hacen los socialistas de Euskadi y el PSOE de lo que ocurre en el País Vasco y, sobre todo, de cómo afrontarlo. Es la misma diferencia que, según reflejan las encuestas, se da entre la sociedad vasca y la del resto de España, donde el rechazo a la inscripción de Sortu en el registro de partidos es alrededor de veinte puntos mayor que en Euskadi.

En el Gobierno sabían de antemano que esta situación podía darse y ya anticipaban que habría que actuar con tacto para evitar que prenda en el País Vasco la idea que si esta vez las cosas no salen es por los impedimentos de quienes ya forman parte del juego democrático. «No vaya a ser que por querer ganar la guerra perdamos la paz», decía un alto cargo del Gobierno en los meses previos a la aparición de Sortu.

Tanto en el Gobierno como en el partido sostienen que las discrepancias con el PSE no son peligrosas porque «existe un acuerdo en el fondo del asunto, que es que son los tribunales los que tienen la palabra». «El debate fuera del País Vasco suele ser de brocha gorda, y dentro (del País Vasco) más fino y lleno de matices, pero no hay más», sostiene un socialista vasco afincado en Madrid. Y si lo hay, advierten en el PSE, qué se va a hacer. «El lehendakari no puede ser el monaguillo de Zapatero y Rubalcaba en este proceso; tiene que liderar en Euskadi», defienden.

Esa fue, desde luego, la actitud que mantuvo el propio López durante su almuerzo-conferencia en Madrid, en el que admitió que ETA aún puede matar, pero insistió en que «nunca había estado tan débil» y que «ya está derrotada porque sabe que no logrará sus objetivos».