En las zonas más altas de la ciudad una ola de diez metros apenas se notaría, más allá del impacto y de las inundaciones de calles y edificios. :: Ó. CHAMORRO
Ciudadanos

45 minutos para ponerse a salvo de un tsunami

Es el tiempo que tardaría una ola en llegar a Cádiz si el epicentro se localizara en el cabo de San Vicente, de intensa actividad sísmica

CÁDIZ. Actualizado: Guardar
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Es inevitable. Una tragedia producida por el mar remueve la conciencia de los gaditanos y más de uno se ha asomado a la playa pensando en qué pasaría si una ola gigantesca llegara a Cádiz. Algunos incluso recuerdan las historias del maremoto de 1755 como consecuencia de un terremoto que destrozó Lisboa y que se dejó sentir en la costa gaditana. Pero, por mucho que se piense en una catástrofe es muy complicado, según los expertos, que en Cádiz se vean imágenes similares a las que se ofrecen de Japón. La clave está en la actividad sísmica de las placas tectónicas. La de la zona asiática es diferente a la que produce la falla de las Azores y Gibraltar. En el primer caso las variaciones alcanzan los centímetros al año, en el segundo ni siquiera al milímetro, además los movimientos son más continuos y por tanto se libera la tensión de forma escalonada y no tan abrupta, como ha ocurrido en Japón. Esto no quiere decir que Cádiz esté libre de tsunamis, tan solo que siguiendo los datos actuales es muy poco probable que se registre uno que llegue a notarse en la ciudad.

Pero, y en el peor de los casos, ¿qué ocurriría en Cádiz? José Manuel Calvo es técnico de la Asociación Internacional de Gestores de Emergencias (IAEM), y colaboró en el programa 'Transfer' elaborado por la Unión Europea para trazar las zonas de riesgo de tsunamis y elaborar planes y estrategias. Cádiz se incluyó dentro de este panorama y tras los estudios se ha estimado que la ola no sobrepasaría los diez metros y tardaría en llegar a la ciudad, siendo su epicentro en el cabo de San Vicente (uno de los más activos) unos 45 minutos, el margen que tiene Cádiz para ponerse a salvo.

«Evacuar la ciudad está descartado pues el colapso de coches es precisamente lo que generaría una tragedia. En este caso se cuenta con tiempo suficiente para informa a la población del peligro y decirle lo que tiene que hacer». Es sencillo pues lo único que se precisa es subir escaleras hasta situarse por encima del cuarto o quinto piso de un edificio de hormigón armado que soportaría sin problemas la fuerza de esa ola y sobre todo de los elementos que arrastraría con ella. Eso sí, las pérdidas materiales serían millonarias. «La falsa alarma del tornado sirvió al menos para comprobar que se contaba con la estructura necesaria para informar a la población y ponerla a salvo».

Zonas como Puerta Tierra o Campo del Sur están diez metros por encima del nivel del mar por lo que en este caso apenas se notaría el impacto de esta gran ola, salvo por una inundación o el movimiento de agua en busca de partes más bajas de la ciudad. «Aún así hay que decir que ninguna ciudad está preparada para un tsunami ni para sus efectos», advierte José Manuel.

También se ha ganado mucho en cuanto a la detección de posibles movimientos y tsunamis, de modo que se tiene una mayor ventaja sobre todo para informar a la población. Lo más importante en estos casos es mantener la alarma y seguir los consejos de las autoridades. «Los planes están cerrados y no se han hecho de la noche a la mañana, a pesar de todo habrá personas que vayan por su cuenta y que se pongan en riesgo como ocurre siempre».