MUNDO

EL DAMERO BENDITO

Actualizado: Guardar
Enviar noticia por correo electrónico

Cayó el Muro de El Cairo y comienza una nueva era en Oriente Próximo. La misma ola democrática que sacudió Europa Oriental tras la caída del muro de Berlín y la explosión controlada de la Unión Soviética. También entonces, como ahora, había dudas acerca de dónde terminaría aquello. Nos queda por saber si el islam y los árabes son compatibles con la democracia. Pero hay dos aspectos en esta revolución que no hay que perder de vista: su carácter pacífico y su naturaleza laica. Lejos del levantamiento iraní, la 'intifada egipcia' no ha partido de otro agravio que no fuese la orfandad del país, sumido en una gravísima depresión económica y con sus ciudadanos preocupados por la falta de trabajo y de libertades.

Su grito no ha sido contra Occidente y EE UU, como el de Irán a finales de la década de los 70. Tampoco existe un ayatolá Jomeini dispuesto a secuestrar la revolución. Sólo dos fuerzas se perciben como herederas de la conquista colectiva que significa la derrota de la dictadura: los Hermanos Musulmanes y un arcoíris de organizaciones laicas. Ambas en la oposición, dispuestas a aceptar las reglas del juego y a asumir una transición pacífica y ordenada. Y como garante, el Ejército, al que Mubarak entrega provisionalmente el testigo. A la vista, la suprema aspiración a una democracia 'a la turca', donde los militares también vigilaron la transición para evitar cualquier devaneo islamista, y han acabado cediendo a una corriente musulmana de corte moderado y profundas convicciones democráticas: Erdogán es su rostro.

Hecha añicos la Constitución de Mubarak, el Ejército puede también, desde su provisionalidad, facilitar la presencia de Occidente en el proceso, al que se deberá contribuir desde una posición suficientemente modesta y suficientemente alejada para evitar cualquier suspicacia de intervencionismo indeseado. Hasta donde sabemos, Obama fue burlado en el último momento. Pero las apariencias engañan y la profecía del director de la CIA de una pronta caída de Hosni Mubarak acabó por cumplirse.

EE UU está ahí porque habrá que reinventar un nuevo mundo, en el que los sátrapas no sean garantía de estabilidad ni freno a las ideas islámicas. A lo mejor, sin saberlo, la política del futuro nos lleva a contrariar las tesis de Huntington cuando decía que el fin de la guerra fría daba paso a la guerra de civilizaciones. Y mientras encajan las piezas pendientes, Arabia Saudí, Jordania, Marruecos, Argelia, Siria..., paciencia y barajar.