Marcos salió ayer de la clase muy contento y de la mano de su monitora, Milagros Calle. :: JUAN CARLOS CORCHADO
Ciudadanos

Marcos regresa al colegio

Tras haberse ausentado tres meses y después de su última operación en Estados Unidos, el pequeño vuelve con más fuerza que nunca

JEREZ. Actualizado: Guardar
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El pasado mes de noviembre, la familia Carribero Moreno puso todas sus esperanzas en el vuelo que les llevaría al país de las oportunidades, Estados Unidos. Dispuestos a enfrentarse, por decimocuarta vez, a una nueva operación, esta vez de la mano de los profesionales de la clínica de Boston. Una intervención satisfactoria y con la que se han obtenido resultados casi inmediatos.

«Se ha notado un cambio radical», asegura su monitora Milagros Calle, a quien le brillan los ojos con solo mencionarlo. Y es que el pequeño Marcos volvió ayer para asistir nuevamente a sus clases en el colegio público Tartessos, después de haberse ausentado durante los últimos tres meses. Regresó, como se suele decir, por la puerta grande, con mucha más fuerza y vitalidad. Tanta que «no quiere para nada el carro e incluso ha subido y bajado las escaleras para acceder al aula hasta en dos ocasiones». Algo que antes era impensable, debido a la enfermedad que padece el pequeño, una cardiopatía congénita.

«Nuestro 'Marquito' nos tiene locas», dice la monitora, «y durante todo este tiempo no se ha olvidado de ninguna de sus tareas». Los alumnos de esta clase siguen unas pautas diarias que les ayudan a concentrarse y a ejecutar cada movimiento de forma más eficaz. Para ello hacen uso de una agenda con pictogramas, en la que aparece todo lo que tienen que hacer durante la jornada, «así cuando vienen el lunes saben exactamente lo que tienen que hacer».

«Lo primero que hacen es quitarse los zapatos y ponerse las zapatillas. Después pasan a dar los buenos días, dan un abrazo y un beso».

Se trata de un proceso que se repite día tras día, aunque no es el único. La relajación también forma parte de las llamadas rutinas diarias de estos niños. Con ella aprenden a tranquilizarse hasta quedarse dormidos. Y ayer Marcos llevó a cabo este paso a la perfección. «Se ha quedado totalmente dormido», le contaba la monitora a Ana María, la madre del pequeño. Quizás este sea el motivo por el que sale con tanta energía después de pasar tantas horas en esta escuela.

Ahora mismo, Marcos más bien corretea algo inquieto y tira de sus padres para poder tocar el timbre del portón de la escuela. Seguramente, porque, como bien asegura su madre, «tenía muchas ganar de venir, porque es un niño con mucha energía y estar todo el día en casa le aburre».

Los nervios del pequeño ya se dejaron entrever desde el domingo por la noche, cuando en varias ocasiones mencionó a sus progenitores su vuelta al colegio. «Se ha levantado varias veces esta noche. A las cinco de la madrugada ha sido la última vez y solo para recordarnos que tiene que ir al cole», dice su padre Juan muy orgulloso.

«También, lo más seguro es que echara de menos a sus amigos de clase, porque aunque fueron a visitarle a casa el 27 de enero, cuando cumplió ocho años, no es lo mismo que venir y estar aquí con todos ellos; aquí se lo pasa muy bien».

El pequeño tendrá que volver el próximo verano a Estados Unidos para someterse a una nueva intervención quirúrgica, ya que no se le ha podido operar de la válvula que tiene en la cabeza debido a la gravedad de los líquidos en su anterior visita, en el mes de diciembre.

Pero hasta entonces Marcos podrá disfrutar de sus compañeros, de sus monitoras y, cómo no, de sus padres, tanto en casa como en el colegio, y pasárselo igual de bien que ayer en su primer día de clases.