PAN Y CIRCO

SUERTE

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Tiene razón Jose al afirmar que el Real Murcia, cuando marcó el gol del empate en el último segundo del encuentro contra el Cádiz, se vio favorecido por la suerte de los campeones. Y es que, efectivamente, la suerte suele sonreír a los que, de manera esforzada, insistente y hábil, la persiguen hasta el final. Podemos afirmar que, de la misma manera que cuanto más billetes de lotería adquiramos mayores posibilidades tendremos de ser agraciados con un premio, las recompensas de los goles la obtienen normalmente los buenos artilleros. Esta obviedad es la razón por la que, desde el comienzo de esta temporada, todos los críticos insisten en la necesidad de fichar a un delantero con olfato de gol. Hemos de ser consecuentes con el principio de que el fútbol es un deporte que, aunque tiene mucho que ver con las evoluciones de la danza y con los malabarismos del circo, se diferencia de estas manifestaciones recreativas por su objetivo final: el gol. El factor fundamental en el balompié es el gol o, mejor dicho, el goooool. Algunos críticos afirman que el gol es la salsa picante y el condimento sabroso del fútbol; yo creo que, más bien, es el protagonista esencial, la sustancia sólida que proporciona el aporte proteínico al menú. Todo el proceso anterior -las estrategias, las tácticas, la fuerza física y la habilidad técnica- se orienta hacia ese final eléctrico. «El gol -dice Pepe- lo es todo; los demás ingredientes sirven en la medida en que contribuyen a mantener el suspense hitchconiano que hace que el alma del espectador esté en vilo». En la actual situación del Cádiz podemos admitir que los futbolistas no nos diviertan con jugadas vistosas, pero nos permitimos pedirles que, cuando logren rescatar el balón, corran hacia la portería contraria y disparen con avidez desde cualquier ángulo: que todos pongan de manifiesto un insaciable hambre de gol. Ya verán cómo así les sonreirá la suerte.