LA HOJA ROJA

SI MALO ES ENERO, PEOR ES FEBRERO

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Lo bueno de vivir en la contradicción durante tantos siglos es que uno puede ver la botella medio vacía o medio llena según se le antoje porque, como si fuera la cosa más natural del mundo, se acostumbra uno a pasar de las lágrimas de Melpómene a la risa de Talía con la misma facilidad que los de Horeca pasan de la exultación al lamento, de un extremo al otro demostrando que si cada vez son más fuertes las apuestas que hacen, peores son los resultados. Un día se levantan con grandes expectativas para el centro comercial abierto, y tiran las campanas al vuelo antes de abrir el comercio imaginando que está todo el pescado vendido, y luego se acuestan llorando porque el pestazo a podrido del pescado no atrae ni a las moscas. Un día están presentando a bombo y platillo las colosales campañas publicitarias con las que van a mover el mundo, y al día siguiente andan lamentándose de que en el comercio gaditano ya no entran ni las ánimas del purgatorio -¿tal vez por los horarios?, ¿tal vez por el trato refinado que siguen manteniendo como tradición en algunos locales?, ¿tal vez por que nunca tienen lo que el cliente busca?. En fin. Que lo bueno de vivir en la contradicción es que estamos casi al final de la cuesta de enero y las terrazas de los bares están llenas, por mucho que a los hosteleros de Cádiz no se les salgan las cuentas y vayan por ahí gimoteando que no tendrán más remedio que echar mano de los despidos ahora que la clientela ya no puede fumar dentro del local. Cualquier excusa es buena. Para lo de los despidos, digo. Es lo de la contradicción. El mismo síndrome que tiene afectados a los ex de Delphi. Quieren trabajar, dicen. Pero prefieren recibir el sueldo en casa. Yo también.

La misma contradicción en la que viven los comerciantes de García de Sola desde el mes pasado. Para mejorar su futuro están arruinando su presente, porque las obras de la nueva avenida Constitución de 1812 llevan terminadas desde antes de Navidad, y ahí sigue la calle cortada, esperando «alguna foto oficial de la apertura» dicen quienes afirman haber perdido hasta un ochenta por ciento del negocio. Ya será menos. Pero ahí están. Con la calle cortada y el negocio a medio gas. Como tantas calles de esta contradicción. Como el grupo municipal socialista -no, no voy a hablar de la lista, ni de quienes van en la lista, ni de quienes no van en la lista- que el pasado 29 de diciembre desembarcaba en el Pleno con una batería de propuestas de las que ya parecen no acordarse. Entre sus prioridades estaba la ampliación de la línea 2, el bus turístico que cuesta un euro- circunvalando el casco histórico hasta llegar a la estación de autobuses -¿eso es una estación de autobuses?- el catamarán y el tren. Unas semanas más tarde, la misma Marta Meléndez criticaba la transformación de la línea por las obras de la Alameda, y eso que ahora el 2 sí que llega hasta la plaza de Sevilla, aunque emplee más de una hora en dar la vuelta a la ciudad. Cosas del surrealismo. Se tarda menos andando.

Otra cosa es cómo funciona el servicio de información y propaganda de nuestro Ayuntamiento más empeñado en decirnos que a pesar de la crisis están terminando edificios que llevan más de un año funcionando que en prevenir a la ciudadanía de las molestias que tanta obra pudiera ocasionarle. Para ir de la plaza de España al Mora hay que llegar hasta Chikipark, o ir andando. Todo para que sigan parcheando la Alameda. Qué le vamos a hacer. La culpa, luego, la tiene el chófer al que los mosqueados pasajeros le regalan toda la ira que llevan dentro «¿Por dónde vas a coger?» «¿a dónde vas?» «para aquí mismo» gritan cuando el 5 -también tú, Bruto, hijo mío- gira a la derecha en plena Avenida Juan Carlos I.

Ahí estamos. En la contradicción, que tiene mucho que ver con aquello de la realidad y la virtualidad. Virtualmente continuamos viviendo en la maravillosa ciudad del Doce pero la realidad nos devuelve a una ciudad en obras que no estarán terminadas para cuando se apaguen todas las luces del Bicentenario. Otra contradicción.

Somos una ciudad contradictoria, con grandes problemas de cálculo, como los de Bruno García, el Concejal de Turismo, que convocó a los medios nacionales «e internacionales» para presentar el Carnaval en Fitur y no apareció ninguno. Hubo que cambiar de planes. ¿No era el Carnaval de interés turístico internacional? Parece que no, que el único interés que despierta es de los gaditanos, los contradictorios, los que no tienen para comer y acuden cada semana a Cáritas, los que se quejan a la puerta del Ayuntamiento de que no tienen trabajo ni pueden llegar a fin de mes, los mismos que en un par de horas acabaron con todas la entradas para la fase clasificatoria del COAC -qué manía con las siglas- y eso que el servidor de UNICAJA iba a pedales. Cincuenta y seis mil personas intentando comprar localidades a la vez. Seis mil entradas en dos horas, no está mal. Y pagadas al contado. En plena cuesta de enero.

Luego nos contentaremos diciendo lo malo que es el mes de enero. Pero si malo es enero, peor es febrero, que ya lo dice el refrán. Lo bueno es que no nos vamos a dar cuenta, que para eso está el Falla, para demostrar que este es el único pan del que vive el hombre. Aunque viva en la contradicción.