Imagen de la pareja, que tiene una hija pequeña. :: L. V.
Ciudadanos

El exedil socialista de Barbate y su novia del PP, ante un año de cárcel

La Fiscalía forzó la celebración del juicio pese a que los acusados se negaron a declarar y a reclamar cualquier indemnización

CÁDIZ. Actualizado: Guardar
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Entraron por separado y a la salida, rehuyeron las cámaras que les esperaban en la puerta de los juzgados situados en el Estadio Carranza. El morbo envuelve por completo esta historia, de la que los dos protagonistas quisieron salir de forma airosa y sin ninguna consecuencia penal. Pero la Fiscalía no estaba conforme con el cierre del caso mediante una sentencia por conformidad que los absolviera a ambos. Al mantener la acusación por malos tratos contra el exedil de Deportes de Barbate, Antonio Malia Román, y su pareja, María Teresa, los obligó ayer a compartir banquillo y ahora se enfrentan a una pena de un año de cárcel.

Sin embargo, la mañana presagiaba un desenlace distinto de la vista oral. Todo indicaba que no se celebraría juicio porque las dos partes en conflicto no querían acusarse. Él, exedil del PSOE, y ella, militante del PP, tuvieron una violenta pelea en la madrugada del 27 de septiembre del año pasado. La pareja, que tiene una hija en común, se enzarzó en una bronca que terminó alertando a uno de sus vecinos.

Este hombre relató ayer en el juicio celebrado en el juzgado de lo Penal nº 4 de la capital que sobre las cuatro y media de la mañana escuchó ruidos y el llanto de una niña que procedía de la vivienda de la pareja. Al acceder a la casa, vio que Antonio Malia estaba en una habitación con su pequeña y presentaba una herida en la cabeza. Su novia, en otra estancia, estaba muy nerviosa.

Un relato similar ofrecieron los dos policías locales que acudieron a la llamada de auxilio que había realizado María Teresa. Uno de los dos agentes acompañó al exedil al centro de salud para que le atendieran de una herida abierta en la cabeza y varios golpes en la cara. Durante el trayecto, Antonio le reconoció al funcionario que su pareja le había golpeado con el auricular del teléfono fijo. La causa había sido un biberón frío, según le dijo en un primer momento al funcionario.

El compañero del policía añadió en su testimonio que nada más entrar en la casa, observaron «la estancia revuelta y un charco de sangre en el suelo». A preguntas del abogado de María Teresa, el agente explicó que la mujer no tenía lesiones visibles cuando llegaron, aunque luego sí comprobaron que tenía contusiones en el rostro.

La médico que atendió a los dos y certificó sendos partes de lesiones, también supo, por boca del exconcejal, que había sido agredido por su pareja. Sin embargo ayer ambos guardaron silencio y se negaron a reclamar cualquier tipo de indemnización. Querían cerrar el caso sin consecuencias legales. Por eso, sus abogados, que habían confiado en alcanzar una sentencia de conformidad sin entrar en la sala de vistas, se vieron obligados a desarrollar una estrategia de defensa alternativa.

Los letrados se agarraron a la falta de testigos directos de la agresión y a la poca entidad de las lesiones que habían sufrido, para defender que no había pruebas de cargo para condenarlos por un delito de malos tratos. El planteamiento de la Fiscalía fue completamente distinto.

La representante del Ministerio Público expuso en su informe final que existían elementos indiciarios de suficiente entidad para confirmar que se había producido una agresión mutua en el ámbito familiar. Por eso, solicitó al juez que le impusiera a cada uno una pena de un año de cárcel y la prohibición de acercarse durante otros tres. Curiosamente existe una orden similar en vigor, que ayer los acusados incumplieron al compartir banquillo.

Este periódico confirmó semanas atrás, a través de fuentes cercanas de la pareja, que ésta había reanudado la relación pese a que habían suspendido la boda tras el incidente. No fue la única consecuencia que tuvo la bronca. Antonio abandonó su cargo dos meses después.