ANDALUCÍA

CON CAJAS TEMPLADAS

La credibilidad del Gobierno queda tocada con una operación contraria a lo que había prometido

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EL político que más sabe y menos cuenta del melodrama de las cajas andaluzas, Antonio Ávila, ya afirmó en julio tras conocerse la adjudicación de CajaSur a la BBK que la 'gran caja' «es una expresión que surgió en un momento determinado y que ahora mismo no está encima de la mesa». Ahora se sabe que desde el fiasco de CajaSur y la unión de Caja Granada a un Sip de entidades levantinas, Griñán asumió como imposible la promesa electoral del PSOE durante más de una década. Sin embargo, su partido y su gobierno siguieron alimentando durante meses el sueño de que, si no la caja única, al menos sí una caja de peso con la unión de Unicaja y Cajasol era posible en Andalucía. Qué digo posible, una orden casi, tal fue la vehemencia con la que trasladaron algunos dirigentes socialistas a la opinión pública la necesidad de dicha fusión, el último cartucho que vaciar para no desistir del todo de la promesa electoral. Por ello sorprende ahora que la decisión de Cajasol de fusionarse con Banca Cívica y descartar la unión con Unicaja haya sido asumida con cajas tan templadas por socialistas y Gobierno, con un «respetamos» lo que decidan los órganos de decisión si es bueno para Andalucía. Esta templanza institucional, tan necesaria en otras ocasiones, aquí chirría.