ENTREVISTA

«Dudo que mi espectáculo ofenda a alguien, sólo cuento la verdad sobre la Iglesia»

La creadora catalana, ganadora de cuatro premios Max, presenta en el Falla su irreverente versión del 'Réquiem' de Mozart Marta Carrasco Directora de escena

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Coreógrafa con cuatro premios Max, mujer de dar golpes en la mesa, atrevida, provocadora, sin pelos en la lengua. La catalana Marta Carrasco trae al FIT su 'Dies irae, en el Réquiem de Mozart'. Furia, irreverencia y belleza se funden con los textos de Tomás de Aquino y San Agustín, para presentar a una versión grotesca del genio de la música y lanzar un mensaje «que hace siglos que clama al cielo». Hoy se podrá averiguar en el Falla.

-Se acerca el día de los difuntos, muy oportuno su montaje, aunque ha dicho que esta misa es para los vivos.

-Sí, para gente muy viva. Es un espectáculo donde hay mucho humor e ironía, cabreo e indignación. El montaje denuncia la hipocresía y crueldad de la Iglesia, de la repercusión de la Inquisición en la sociedad. Se habla en general de los seres humanos, pero en clave de humor, con mucha ironía y con muchas imágenes. Creo que es un espectáculo que difícilmente puede ofender a alguien.

-¿Ha descargado su ira contra la Iglesia?

-Cuando le quise poner este nombre era para darle la vuelta. En realidad se refiere a la ira de Dios, pero en este caso yo le quise dar la vuelta. Estoy hablando de nuestra ira hacia ciertas cosas, de cosas de la humanidad y hacia la iglesia. Pero no es un drama, yo me río mucho, pero entiendo que es un tema muy peliagudo. Aunque tampoco digo nada raro, abres el periódico y te encuentras muchas barbaridades cometidas por la Iglesia, yo no me invento nada.

-Habrá levantado ampollas...

-El 20 N estábamos en Madrid y hubo uno que se levantó y gritó «¡esto es un fraude!». Pero luego nos hemos ido fuera y hemos tenido mucho éxito. La gente no me dice que le gusta, no, me da la mano y me dice gracias.

-Ha presentado a un Mozart un tanto grotesco.

-Es un ser infraordinario. Yo quería que tuviera una imagen especial, en el sentido de exhibicionista, se lo pasa muy bien. No quería el Mozart de la película o el que tenemos en mente, con ese gusto, con esa cara de aburrido, ¡pero si era un tío que se moría por las mujeres y por las fiestas! Ahora está mucho más divertido. Es el divo, baila con las carnes y está encantado porque la gente se ríe con él más que con nadie.

-Ha gestado ocho espectáculos con su compañía, ¿qué evolución ha observado a lo largo de estos años?

-Huyo de lo gratuito, del moverse porque sí, pienso que el movimiento tiene que estar muy justificado. También he evolucionado con los temas, toco temas cada vez más peliagudos, siempre tengo en mente a la mujer, porque soy una de ellas y a las mujeres se les ha hecho tantas barbaridades y aquí estoy yo para denunciarlo y poner mi granito de arena.

-Ahora que está tan reivindicativa, ¿qué le parece la supresión del Ministerio de Igualdad?

-De momento, a Bambi no le entiendo. No entiendo nada a Zapatero, no le entendido nada la jugada. La mujer tiene que tener las mismas oportunidades que el hombre y punto, pero no tiene que ser igual que él, menos mal. Somos diferentes, a Dios gracias. Pero que tenemos que tener las mismas oportunidades clama al cielo desde hace siglos.

-Asegura que no se siente coreógrafa.

-Me siento más directora de escena que coreógrafa, aunque vengo de la danza. Yo no sé como llamarlo, lo de danza teatro no me convence. No sé, a ver quién le busca un nombre guapo. Yo creo que la carrasco y ya está.

-Así no le falta trabajo.

-No, ojalá. Está chunga la cosa. La crisis la hemos notado todos.

-Ya lo dijo, que la cultura le importaba a los políticos...

-Una mierda, sí. A la primera que no le importa nada es a la ministra, ¿por qué no acude a las galas de los Premios Max?