EXTERIORES ROBADOS

ENTRADA DE CARRUAJES

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Plaza de España. Una arcada da paso a un corredor en penumbra. El portón viejo, el pavimento de losa de Tarifa, flanqueado en la parte interior por bandas de guijarros, acaso procedentes del lastre de los navíos del comercio atlántico, nos traslada a otro tiempo bastante lejano. Un amable vecino franquea al paseante la puerta del patio que ocultan las penumbras; un azulejo centenario reza: «Se hizo esta obra el año de 1777 por cuenta de la Compañía de Trabajadores de la Real Aduana y Carros».

Estamos, en efecto, en la que fue entrada de carruajes de la Aduana de Cádiz, institución por la que un día pasaban todas las mercancías del comercio que se mantenía con el Nuevo Mundo. Las reformas que la finca ha sufrido han eliminado los pesebres y argollas, que ya sólo perviven en la memoria del vecindario. Hoy nos queda sólo ese corredor, con sus arcos, sus vigas de madera y su pavimento de guijarros y losa de Tarifa, que exhibe la lisura mágica que sólo da la Historia.

El vecino refiere que va a empezar una reforma del corredor, que el Ayuntamiento ya ha dado el permiso correspondiente. Entonces, ¿por qué no logra el paseante, desde entonces, sacudirse la inquietud?