Artículos

Malos tiempos para huelgas

Los sindicatos no parecen muy henchidos de entusiasmo al hacer esta convocatoria

Actualizado: Guardar
Enviar noticia por correo electrónico

Los resultados magros de la pasada huelga de funcionarios y la poco entusiasta convocatoria de una huelga general para después del verano, nos informan de que los españoles han tomado conciencia de la extraordinaria gravedad de la situación económica y de la dificultad de revertirla expresando en la calle la natural irritación que provoca.

La huelga es un mecanismo democrático al que todos los españoles tenemos derecho. Es evidente que el paro y el clima de preocupación por la crisis pueden servir para secundar una huelga, que sería una manifestación de protesta por la pérdida de salario, y de otros derechos, y a la vez se convertiría en una válvula de escape. En España ha habido en el pasado huelgas generales con gran seguimiento, que se encuadran en este esquema, y que en algún caso sirvieron para poner freno a medidas que restringían derechos o eran directamente arbitrarias. Sin embargo, lo que me parece relevante en esta nueva situación económica es que los españoles hemos tomado conciencia de la enorme gravedad de la crisis y que, quizás por sus casi inéditas dimensiones, hemos llegado a la conclusión de que la futura huelga general, o la pasada de funcionarios, no sólo no resuelven un problema que no lo causa este Gobierno, sino que encima llevan a perder mucho dinero a los huelguistas y al país en su conjunto.

Alemania acaba de anunciar que se aplicará un apretón de cinturón de 80.000 millones de euros en cuatro años, dinero que obtendrá de las actuales prestaciones que perciben pensionistas, parados, funcionarios y familias. En Gran Bretaña andan en algo parecido.

De manera que si a un problema que los ciudadanos perciben como extendido por toda Europa -conclusión a la que ha llegado todo el mundo, excepto los muy demagogos e irresponsables- se une la fuerte pérdida de dinero que supone para cada trabajador secundar una jornada de huelga, tenemos una suma que lleva a que la huelga de funcionarios no haya salido y que pone en riesgo el éxito de la futura huelga general. Los propios sindicatos no parecen henchidos de entusiasmo al hacer esta convocatoria. No es casual que surjan ahora demandas de reducción de gasto en las Comunidades Autónomas, a veces con burocracia hipertrofiada, que haya casos de derroche que adquieren mayor relevancia que antes, que se quiera fusionar cuántas más Cajas de Ahorro, mejor, pero con ser todo este ahorro importante, lo decisivo de la crisis ha sido la apoteosis especulativa que se desató sobre todo en EE UU y cuyo tsunami se extendió por todo el mundo con las consecuencias que están a la vista y que padeceremos durante años.