LA ESPERANZA COLECTIVA 20 2

¿Qué pasa en Cádiz? 1812 ante los ciudadanos

GRUPO DE ESTUDIO DEL SIGLO XVIII DE LA UNIVERSIDAD DE CÁDIZ Actualizado: Guardar
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En pocos días se emitirá por Televisión Española un programa monográfico sobre las Cortes de Cádiz y la Constitución de 1812, dentro de la serie 'Reportero de la Historia', liderado por Jacinto Picón, Premio Nacional de Periodismo Cultural y una de las firmas más reconocidas en los ámbitos de la divulgación cultural de calidad. Tal y como se subraya en los créditos, 'Reportero de la historia' es una serie en la que, a partir del trabajo y las investigaciones de Jacinto Picón, se pasa revista a los hechos y acontecimientos que han ocurrido, principalmente, en España entre los siglos XV y XX y que han asentado las bases de lo que somos hoy en día. Las bases de los españoles de ahora. En un tono ameno y animado, pero siempre riguroso, el relato televisivo hace una incursión en el acontecimiento gaditano desde una perspectiva moderna, atractiva y actual, con los escenarios históricos como fondo de un propósito que no es otro que hacer llegar al ciudadano medio el interés y el protagonismo de dos ciudades, Cádiz y San Fernando, en el nacimiento de España como nación, los inicios del Estado liberal y los orígenes de la democracia en España.

El papel de la prensa, la nueva política, los espacios, la mujer, los cafés, el pueblo, la lectura, los diputados, la moda, las costumbres de la época, la guerra contra la otra parte de la orilla, todo resulta entretenido, a la vez que curioso para un reportero que se introduce en The Time Machine, que diría Wells, para mostrarnos un relato del pasado del que somos herencia directa, no sólo los gaditanos, algo que conviene no perder de vista nunca porque es ahí donde está lo realmente trascendental, sino todos los ciudadanos de ambas orillas.

Las instituciones implicadas en el Bicentenario parecen que están de acuerdo -al menos en eso sí hay unanimidad- en la preocupación por el calado popular de la efemérides. Parte de sus programas están encaminados, con criterios discutibles y en algunos casos un poco fraudulentos, todo hay que decirlo, a hacer llegar al ciudadano de a pie el Bicentenario constitucional. La acertada elección de Pérez Reverte como comisario de una de las muestras va en esa necesaria línea de actuación: popularizar el Doce. La tarea no resulta nada fácil pues desde determinados sectores de la sociedad, y algún que otro responsable político, se tiene una idea algo esclerótica y demasiado infantil sobre 1812: ya saben, que si las bombas de los fanfarrones, que si Lolita la Piconera, que si Cádiz era una fiesta, que si el heroísmo de los gaditanos, que si los batallones de voluntarios, en un largo etcétera de despropósitos costumbristas que deben más a la ficción que a lo verdaderamente notable del acontecimiento: el nacimiento de la libertad política en España. Eso es lo esencial, lo demás no.

Y, efectivamente, no hay que perder de vista los aspectos celebrativos y festivos, que resultan en extremo muy importantes en este tipo de conmemoraciones, pero sin perder el sentido común, y mucho menos el sentido del decoro que debe primar siempre para no terminar convirtiendo la conmemoración en una escena de 'Bienvenido Mister Marshall' o 'Viridiana'. Porque Cádiz y nuestros políticos tienen mucho de Berlanga y Buñuel, aunque no lo sepan, y se corre el peligro de que al final convirtamos todo esto del Doce en un ridículo 'Show de Truman'. ¡Ojo! que alguna que otra idea que anda suelta por ahí va en este sentido.

Porque al ciudadano medio hay que implicarlo, claro que sí, pero no como un simple monigote de feria, una mera comparsa. Y para ello hay que poner los medios necesarios. No basta con decirlo una y otra vez. Hay que actuar. También hay que informarle sobre la verdad de la conmemoración y cuál es el sentido último de la fiesta, ¿qué celebramos en torno 1812? El mensaje, en este sentido, debe ser claro, directo, sin interferencias: sus logros políticos, sociales y culturales, su avance en la concepción democrática del poder, el fin de la oligarquía, el nacimiento de la modernidad. Así, aunque desde el punto de vista académico el papel de la Universidad ha sido extremadamente responsable y viene cumpliendo sus funciones en el terreno de la investigación y la divulgación académica, no es menos cierto que faltan otros formatos, ahora de carácter exclusivamente divulgativos que lleguen más y mejor, con más fuerza, a los ciudadanos en todo su conjunto. Y es aquí donde encontramos un escollo, hoy por hoy muy difícil de salvar, pues habría que hacer un esfuerzo por intentar reproducir ese espíritu del 'Reportero de la Historia', mediante otros formatos y otros medios de comunicación, como es el caso por ejemplo de las cadenas de televisión locales, algunas de ellas públicas, que bien podrían asumir dichas funciones, produciendo algunos espacios sobre el Bicentenario, pero con unas maneras y unas formas atractivas, vivas y frescas que, presididas por las garantías del rigor y la calidad, nos contaran a todos los ciudadanos qué pasó entonces en Cádiz, en una ciudad que en esos días Galdós había definido como un buque anclado en medio del mar. «¿Qué pasa en Cádiz» fue una pregunta en la España de 1812. «¿Qué pasó en Cádiz en 1812?» debe ser una pregunta en la ciudad de ahora: una cuestión que alguien tiene que contarnos, desde un enfoque plural, potente, generoso y distante, pero con otras voces, otros tonos y otros colores que sepan atraer la atención y las miradas de la ciudadanía. Sólo así sabremos qué celebramos y por qué.