Dos siglos haciendo crecer a Jerez

Hoy en día los muchos miles de metros cuadrados y los vinos de la bodega de González Byass siguen siendo un emblema de la ciudad de Jerez reconocido en cualquier rincón del mundo. No en vano, los caldos nacidos en las criaderas y soleras de la Casa, como siempre se la ha conocido, viajaron a las Américas, desembarcaron en los puertos más internacionales, formaron parte de la expedición del malogrado Scott a la Antártida, se sirvieron en las bodas del rey Alfonso XII e hicieron las delicias enológicas y estéticas de artistas como Picasso. De esta forma, la empresa creada en 1835 por Manuel María González paseó el nombre de la ciudad por todo el globo terráqueo y se convirtió en una de las empresas más importantes del país.

Pero sus méritos no terminan ahí, en su gran capacidad de hacer negocio o su conquista del planeta, sino que hay que mirar de puertas para adentro para comprobar que la compañía también fue en su momento uno de los más importantes motores de desarrollo de la ciudad de Jerez.

Sin duda, no se podía esperar otra cosa de una empresa que fue pionera a la hora de contar con luz eléctrica en 1888, apenas una década después de que se inventara la bombilla y dos años antes que el propio Ayuntamiento de la localidad; o en disponer de teléfono y suministro de agua corriente.

Ésa era la filosofía del fundador de la bodega, que no desaprovechaba ninguna oportunidad de hacer prosperar su negocio y de lograr que la ciudad fuera de la mano de ese crecimiento. Sin ir más lejos, cuando en 1862 la reina Isabel II visitó Jerez y la bodega, Manuel María González aprovechó para pedirle a la monarca que intercediera para acelerar la llegada a la localidad del agua potable.

Otro ejemplo de las ventajas que trajo a su ciudad natal González Byass está en el ferrocarril. Y es que la línea férrea Jerez-Cádiz fue la primera de toda Andalucía y la tercera en España. Se inauguró en 1854 y llegaba hasta Puerto Real, donde las botas de vino eran izadas a bordo de los barcos.

Fue la compañía la que impulsó el proyecto y participado en su financiación con la compra de acciones. Las ventajas no se hicieron esperar, la sociedad del ferrocarril empezó a repartir beneficios muy pronto. Mucho tiempo después, en 1941, se inauguró un apeadero urbano dentro de sus instalaciones que contaba con personal de Renfe.

A medida que la empresa crecía, y con ella el número de trabajadores, se fueron implantando mejoras sociales muy avanzadas para la época: pensiones de jubilación y viudedad, empleo a las esposas de los obreros que fallecían, paga de navidad, bajas por enfermedad, pago de entierros. Eso sin olvidar las escuelas para los hijos de los empleados, para los que creó dos centros: uno de niños y otra de niñas. Ambas se inauguraron en 1869 y se mantuvieron hasta 1976, cuando las normas estatales ya no permitían colegios privados de esta índole.

En 1954 González Byass también se ocupó de financiar y construir la Barriada La Alegría, cuyas viviendas fueron entregadas a las familias de sus empleados.

Y mucho más, como la construcción de la plaza de toros o la apuesta por el Circuito, por las fiestas locales, por las artes...