La casa de la hermandad disfrutó de un gran ambiente. :: CRISTÓBAL
Jerez

JEREZ YA ESTÁ EN EL ROCÍO

Bellavista y Muñoz y Pavón fueron de nuevo los escenarios esenciales de una presentación espectacular

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La hermandad de Jerez ya está en la Aldea del Rocío. Sueños, ilusiones, esperanzas puestas en un camino que ayer tocó a su fin, y que ha destacado por el intenso calor, el buen estado en general de las arenas y los maravillosos paisajes que las hermandades que tienen el privilegio de cruzar Doñana han podido disfrutar. Incluso cuando la hermandad enfiló la Raya camino de Guaperal, en uno de los tramos más inhóspitos del camino de Jerez, la vegetación y la ilusión por la cercanía de la zona de la última acampada hicieron esta parte final del día más duro de camino algo más amable para los peregrinos.

Fue una noche con mucha menos gente en la peregrinación, y eso que desde la salida ya se notaba la falta de muchos romeros. Sin duda, la cercanía de Guaperal a la Aldea del Rocío, y el hecho de que la gran mayoría de romeros tiene su propia casa cerca de la Ermita, invitaban a abandonar la comitiva, que pasó la última noche cantando sevillanas en torno al Simpecado de Jerez. Muy pronto, a las seis y media de la mañana, el pitero tocó al alba para avisar a los peregrinos que el último día de peregrinación era una realidad. Por delante, pocos kilómetros, pero mil cosas por hacer.

Pasadas las ocho

La corporación salió pasadas las ocho de la mañana de la zona de pernocta, y anduvo los pocos kilómetros que le separaban de la Canaliega, a donde llegó sobre las once de la mañana, con el tiempo justo de cambiar el exorno floral del Simpecado y organizar el cortejo. El equipo de priostía de la hermandad, perfectamente coordinados por Fernando Calderón, eligió para la ocasión antirrinum en color rosa pastel, un exorno floral delicado perfectamente dispuesto por el florista de la hermandad, Juan Manuel Toro, que sin embargo, y debido al calor, llegaron algo deterioradas a la Aldea. Poco después, la hermandad puso rumbo a la Ermita del Rocío, destino final perfectamente visible desde la Canaliega, y templo y joyero de la Blanca Paloma. Se esperaba, como siempre, con ansia la entrada del Simpecado por las calles Bellavista y Muñoz y Pavón, y ni la hermandad decepcionó, ni los jerezanos que, aunque en menor número que años anteriores, engalanaron sus casas para el paso de la caravana jerezana.

El recibimiento en todas las casas fue sincero, aunque destacaron como cada año el encuentro del Simpecado con la camarera de la hermandad en la casa del Pastorcito Divino, o en las peñas del Sopetón y de Malandar, que por la noche se hermanaron. En la casa del Sopetón se estrenó un repostero que reproduce el azulejo que da la bienvenida en Santo Domingo, con el lema «Nadie pase por aquí sin saludar a María, y decirle con amor no me olvides, Madre Mía». Aprovechando que en esa esquina el cortejo se compone de nuevo, tras el paso por Bellavista, y la cercanía de la Peña de la Albarizuela, la comitiva tuvo un parón que la hermandad aprovechó, a iniciativa de la Peña El Sopetón, para recordar a los que ya no están, Pepe Antonio o María entre ellos, en un intenso minuto de silencio que finalizó cantando la sevillana 'Esas marismas azules'.

Espectáculo

De hecho se produjo un parón notorio cuando la hermandad enfilaba Muñoz y Pavón, provocado entre otras cosas por el encuentro del Simpecado de Jerez con el de Bollulos, y el espectáculo del coro Al Alba, que un año más disfrutó, emocionó y rezó e hizo rezar a Jerez ante su Simpecado con el arte y el duende de sus sevillanas. El cortejo de la hermandad iba perfectamente dispuesto, y la cara de relajación de Felipe Morenés reflejaba la satisfacción del trabajo bien realizado. El banderín de camino portado a caballo por su camarera abría el cortejo junto con jinetes a caballo con varas, que continuaba con la caballería de la hermandad y el guión de la hermandad, antes de encontrar a la Junta de Gobierno junto a su Simpecado. Los peregrinos, que este año sumaban cuarenta, escoltaban la carreta con la sonrisa propia del cansancio en el rostro. Con Jerez se presentaron peregrinos de Portugal, de Italia e incluso almonteños que quisieron participar del camino jerezano. Y sobre todo, la alegría de los peregrinos que, agarrados al Simpecado, han realizado todo el camino. Ejemplos de superación y de entrega, de fe y devoción. Caras conocidas, destacando por encima de todas ellas la de Javier Escobar, miembro de la Junta de Gobierno de la corporación, y un peregrino eterno de la Señora.

Incluso la sonrisa del padre Alexis, que como cada año ha hecho el camino a pie y al que los peregrinos quisieron reconocer su labor con la entrega de una placa en el Cerro de los Ánsares, era el reflejo de la alegría y la satisfacción por el deber cumplido de una hermandad que desde ayer, está en el Rocío y con presencia propia, sabiendo su peso en la historia de la romería, y siendo ejemplo de tantas otras que ahora comienzan. Cuando el reloj se acercaba a las cuatro, la hermandad matriz de Almonte recepcionó a la de Jerez en la Ermita, y la explanada era ya una fiesta sin fin con la presencia de todos los jerezanos que quisieron acompañar al Simpecado en su camino por la calle Moguer hasta la Blanca Paloma. Una vez finalizada la presentación, en la casa de hermandad de Jerez se ofreció un jerez de honor una vez instalado el Simpecado para su veneración, en un nuevo ejemplo de que las cosas, cuando se hacen con gusto y clase, dan resultados. Jerez ya está en el Rocío. Así lo cantaron, lo gritaron con sombrero al aire los miles de jerezanos que están en la Ermita. Y de qué manera...