El Simpecado, a las puerta de la ermita de El Rocío, y rodeado de sus fieles. :: CRISTÓBAL
Jerez

Un gran prioste y un rociero desde la cuna

El jerezano quizás no repita en su cargo pero ha escrito su nombre con letras de oro y ha allanado el camino al que venga detrás Fernando Calderón ha cambiado la cara a una hermandad anclada en el tiempo

JEREZ. Actualizado: Guardar
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Pocos imaginaban cuando cogió la priostía de la hermandad que iba a realizar en una simple legislatura lo que otros tardarían años en conseguir, pero lo cierto es que Fernando Calderón y su grupo de priostía ha conseguido cambiarle la cara a una hermandad que permanecía anclada en el tiempo. Si Paco Gómez consiguió acercar la hermandad a todo el mundo, abrir las puertas del Rocío a todos los jerezanos, la legislatura de Morenés será recordada por el salto de calidad que ha dado Fernando Calderón en su parcela.

Llegó con mando en plaza, todo hay que decirlo. Respaldo absoluto de la Junta de Gobierno, gastos sin control pero justificados, y trabajo incansable. Eligió con tino su equipo, y ha acabado dando resultado. Fina, de camarera, la eterna camarera del Sentencia que llegó con Paqui Cortijo a la iglesia de Santo Domingo, y pusieron el ajuar de la Virgen en un momento al nivel de las más grandes. Al nivel en el que siempre debió estar, todo hay que decirlo. Y para eso, pues si cuentas con Fernando Barea asesorándote, mejor que mejor.

Juan Manuel Toro, de florista. Poco importó quién lo había hecho antes, quién con su mejor fe exornaba a la Virgen. Poco importó, porque además eran amigos de este florista que es sin duda el más prestigioso de la ciudad. Cambios de flores en mitad del Coto, cambios de flores en la casa de hermandad, cambios y más cambios, que demuestran que con ilusión y cariño todo es posible.

Pues capitaneando todo esto, Fernando Calderón. Y ahí es donde está el secreto, en saberse rodear de los mejores siempre. Si a eso le añaden que es un bordador de reconocido prestigio, que conoce telas y técnicas que para otros son una utopía, y que es un rociero desde la cuna, es evidente que el cargo de prioste de la hermandad y el apellido Calderón estaban condenados a entenderse.

Quizá por esa carga de trabajo es posible que no repita más en el cargo. Por los sacrificios sin recompensa que muchas veces uno tiene que asumir. Por dejar familia y trabajo en muchas ocasiones por la hermandad. Quizá por todo eso, Fernando Calderón no repita como prioste. Pero habrá dejado escrito con letras de oro su nombre en la hermandad del Rocío, y lo que es más importante, habrá allanado el camino para que el próximo que entre en el cargo lo tenga mucho más fácil. Porque ahora da gusto entrar en la casa de hermandad, que se ha convertido en una de las fachadas más elegantes de la Aldea gracias a la simple idea de colocar un repostero, siempre morado, en el balcón. Porque ahora los pétalos llueven sobre la Virgen creando un espectáculo de luz y color cuando la Blanca Paloma quiere acercarse cada lunes de Pentecostés a Jerez. Porque ahora, y pese al calor reinante, las flores para la Virgen del Rocío son las más exquisitas, las más selectas, las más comprometidas. Porque la Virgen recibe ahora culto con la solemnidad que merece, y tiene incluso besamanos y rosarios de la aurora donde se expone a la veneración de los fieles con sus mayores galas.

Y todo esto, sin duda alguna, tendrá algo que ver con Fernando Calderón. Un gran prioste y un gran rociero.