Opinion

Estado crítico

Los números son del color del cristal con que se miran

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Según parece, una crisis económica no es tanto un concepto económico como una entelequia metafísica, menos sujeta a explicaciones matemáticas que a disquisiciones esotéricas. Algo, en fin, que cada cual interpreta a su conveniencia y gusto, en el caso afortunado de que cuente con datos para poder interpretarla, porque lo más corriente entre la gente corriente es que no pase de la estupefacción. Según el dicho, los números cantan, pero la verdad es que, cuando los números desafinan, uno preferiría que los números fuesen mudos. De todas formas, se ve que los números cantan bien cuando se trata de la tabla de multiplicar y de cosas de ese tipo, pero que, aplicados a la economía, lo único que hacen los números es dar el cante. En economía, por lo que oye uno por ahí, los números son del color del cristal con que se miran. Unos ven los números rojos y otros los ven de color rosa, unos los ven negros y otros los ven morados, que es el color penitencial de los billetes de 500, esos billetes de curso legal que no otorgan a sus poseedores la condición de personas prósperas sino de delincuentes potenciales: se te ocurre pagar una lavadora, pongamos por caso, con un billete de 500 y lo mismo te llevan al cuartelillo, en situación de incomunicado. Hace cosa de un par de meses, un profesor de una facultad de económicas de cuyo nombre no quiero acordarme me aseguró que la crisis de ahora no es tal crisis, sino un invento alarmista de los periódicos para crear confusión y desprestigiar al Gobierno, del que no dudó en declararse incondicional, como si un Gobierno exigiese la misma devoción que un equipo de fútbol. Ante aquella voz sabia, les confieso que me tranquilicé: la crisis como bulo periodístico. Supongo que los alumnos de ese profesor vivirán en una burbuja de felicidad, sabiendo de tan buena fuente que los cierres masivos de los pequeños comercios, las rebajas salariales, los despidos, la congelación de las pensiones, los recortes presupuestarios y todo ese tipo de fantasías no son más que espejismos diabólicos que nacen y mueren en las rotativas, sin afectar a la población, que sigue boyante al margen del invento. No estoy seguro, la verdad, pero me parece coincidir con el profesor conspiranoico en que esto de la crisis es un invento. No de los periódicos, claro está, porque demasiado tienen ya los periódicos con inventarse día a día a sí mismos, con la que está cayendo, sino de mi primo Bartolo, que un día llegó a un bar sin dinero y le dijo al camarero que le apuntase lo que le debía, cuando Bartolo había sido siempre muy de invitar a todo el mundo y de pagar en efectivo. Los asiduos del bar comentaron con asombro y consternación aquella circunstancia desconcertante. Y a partir de ahí empezó a propagarse el bulo de que en España no había liquidez. Y ya ven la que ha formado Bartolo.