EMOCIÓN AL LÍMITE

La actuación de los equipos españoles en la Champions no ha sido para tirar cohetes. El Sevilla y el Real Madrid han sido eliminados por escuadras de un potencial inferior y el actual campeón, el Barcelona aspiraba, al menos, a repetir su condición de finalista y tampoco lo han conseguido tras caer con el Inter. El Atlético de Madrid se fue a casa a las primeras de cambio y encontró acomodo en una Europa League que no suele importarle a la nadie, salvo al que le gana. Y en este deporte gusta ganar por encima de todo. Los colchoneros han salvado, en gran medida, el honor del balompié español en el viejo continente. Tampoco el resto de conjuntos hispanos han estado especialmente brillantes en esta segunda competición continental, si exceptuamos al Valencia que precisamente fue apeado por el club del Manzanares, eliminación que no olvidará el espigado Zigic.

Esto reabre el debate sobre si de verdad la nuestra es la Liga de las Estrellas. Es evidente que a nivel externo parece que no, pero en la competición doméstica la emoción se va a mantener con límites insospechados hasta el final. No habremos hecho grandes cosas en Europa, pero, al fin y al cabo, este invento mueve dinero en todas las latitudes y, en el caso de la Liga española, grandes y pequeños no están haciendo disfrutar de lo lindo. No se recuerda una temporada donde todo estuviera por decidir en la última jornada. Tan sólo el Valencia, que ya sabe que es tercero, y un pequeño grupo de equipos que están en tierra de nadie, respiran tranquilos. Es curioso, pero de las más nueve plazas que hay en juego para bien y para mal, tan sólo una tiene dueño. Eso dice mucho del nivel de competencia y demuestra que los buenos son muy buenos y que en el pelotón de los malos cualquier cosa puede pasar. Ahí está el ejemplo del Xerez.

Por ciertto, increíbles las imágenes del título del Atlético. Ahora les toca disputar la final del Copa ante el Sevilla, donde un servidor sólo piensa ya en rojiblanco.