Opinion

Ajuste severo y tardío

Estamos en la dirección correcta pero no debemos lanzar las campanas al vuelo

Actualizado: Guardar
Enviar noticia por correo electrónico

Rodríguez Zapatero no había demostrado aún su capacidad de adoptar decisiones abiertamente impopulares en aras del bien común, pero ayer, con notorio retraso pese a las reiteradas advertencias de la oposición, anunció un programa de ajuste contundente que, esta vez sí, pone de manifiesto la voluntad de realizar el gran sacrificio colectivo que nos reclama la salida de la crisis. El proyecto inicial de ajuste del Gobierno, que pretendía una reducción paulatina del déficit público, no ha resultado creíble para los mercados financieros, que observaban con preocupación nuestro nivel de desempleo y dudaban de nuestras previsiones de crecimiento. En estas circunstancias, es lógico que la Eurozona, consciente de que el quebranto español sería mucho más grave que el griego, han urgido un endurecimiento de la consolidación fiscal. El propio Obama ha animado al Gobierno español a realizar este esfuerzo. El nuevo compromiso es de envergadura: consiste en una nueva reducción del gasto en un 0,5% este año y en un 1% en 2011, lo que representa una reducción del déficit público del 11,6% al 6% en sólo dos años. Aunque el recorte preserva la sanidad, la educación y la protección al desempleo. La cirugía más traumática consiste en una reducción de los salarios públicos este año y en su congelación en 2011, la no revalorización de las pensiones (salvo las mínimas y no contributivas) y el fin del cheque bebé. Habrá además otros recortes menos onerosos y se exige a CCAA y ayuntamientos un recorte del gasto de 1.200 millones. Esta última partida es relativamente escasa si se piensa que, por ejemplo, el déficit anual de todas las televisiones autonómicas supera los 1.000 millones de euros. Estamos, en definitiva, en la dirección correcta, pero no debemos lanzar todavía las campanas al vuelo. Porque es patente que este ajuste actuará negativamente sobre la demanda, que se resentirá asimismo de la inminente subida del IVA, lo que ralentizará aún más el crecimiento, muy lastrado a su vez por un paro elevadísimo que consume el 3% del PIB en subsidios. En consecuencia, si los ingresos fiscales de los años sucesivos son inferiores a los previstos, no quedará más remedio que profundizar aún más en la senda de la austeridad.