Una pareja musulmana camina junto a uno de los colegios electorales de Londres. :: AP
MUNDO

Una perversa herencia en los frentes económico y bélico

El futuro Gobierno tendrá que introducir drásticos recortes del gasto público y planear la salida de Afganistán

LONDRES. Actualizado: Guardar
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El Gobierno británico que sale de estas elecciones tendrá como primera tarea ofrecer un plan de reducción de la deuda pública y para ello ha de empezar por hacer más pequeño el déficit presupuestario, que en el año fiscal que cerró en marzo ha sido de unos 180.000 millones de euros o el 11,5% del Producto Interior Bruto, el más alto en el G-7 de los países más ricos del planeta. La deuda está cerca del 70% del PIB.

Son magnitudes que Reino Unido tuvo, y en algunos momentos superó con creces, en el período entre 1914 y 1950, durante la cadena de desastres económicos y guerras que marcó la primera mitad del siglo XX. Los gobiernos del mundo, con Gordon Brown a la cabeza, han afirmado que aprendieron las lecciones de aquel período y que han evitado una caída en la recesión por su política en los dos últimos años.

Pero el nuevo Gobierno ha de ofrecer un plan de saneamiento de las finanzas públicas que permita ver un horizonte aún muy lejano -se ha estimado que puede llegar en la década de los treinta- de déficit y deuda en las magnitudes que tenían hace tres años. Según estimaciones del Instituto de Estudios Fiscales, el recorte en el gasto del sector público tendrá que ser más de cuatro veces el previsto por los liberaldemócratas en su programa, cinco veces el previsto en el de los conservadores.

Reino Unido salió de la recesión en el último trimestre de 2009 por décimas porcentuales y los últimos datos del sector de manufacturas industriales apuntan a una reactivación. El país se beneficia de la flexibilidad de la libra devaluada con respecto al euro y eso también lo protege de la fiebre de contagio que está causando en la eurozona la negociación griega.

Pero la deuda de las economías familiares británicas es la mayor en el mundo desarrollado, los precios de la energía y del combustible se han disparado en los últimos meses, organismos supervisores han advertido que la apuesta por las centrales de gas y las plantas eólicas en áreas marítimas costeras no serán suficientes para evitar posibles problemas de suministro en el medio plazo.

Sanidad y Educación

La economía general debe acometer un cambio estructural que permita desarrollar los sectores que producen con valor añadido y confíe menos en la demanda de bienes de consumo importados. El horizonte del sector financiero está en juego en un contexto internacional que aún no ha definido ni sus cambios estructurales ni su previsible vigor.

El recorte drástico en el gasto público ha de compaginarse con la promesa de mantener el servicio público de salud y la educación en niveles actuales. La búsqueda de ahorro mediante el aumento de la eficiencia y productividad de la Administración ha sido emprendida por sucesivos gobiernos y resulta un objetivo difícil de alcanzar. Pero del Gobierno tendrá que reducir el empleo público mientras mantiene los servicios. La sanidad seguirá siendo gratuita, pero hay presión para aumentar drásticamente las tasas universitarias.

El futuro Ejecutivo estará ausente de las mesas europeas en las que se elabora la política de contención de la crisis de la eurozona, que dominará previsiblemente la agenda en Bruselas en los próximos meses, y estará interesado en dar nueva vida al G-20, en un momento en el que Estados Unidos gira hacia adentro por las presiones de su agenda doméstica y fortalece -en perjuicio de la 'relación especial'- sus lazos con áreas económicas de más pujanza en el futuro, particularmente en Asia.

En Afganistán, la emulación del 'gran impulso' que redujo la intensidad de la violencia en Irak no parece tener los mismos resultados y el Gobierno de Londres tendrá que preparar posiblemente los planes para una retirada gradual de la provincia de Helmand que no ponga en peligro la estabilidad de su vieja colonia, la Pakistán nuclear.