Ángel Cristo fue distinguido en 1982 con la medalla de oro del Festival Internacional del Circo. :: EFE
Sociedad

El último zarpazo

Fallece a los 66 años el domador Ángel Cristo, por un fallo cardiaco, tras años de decadencia profesional y vital

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Se convirtió en estrella domando fieras en la pista, pero lo perdió todo por hacer malabarismos con su vida. En el DNI de Ángel Papadopulos Dordid, conocido como Ángel Cristo, figuraba «domador» de profesión. Su fecha de nacimiento, el 17 de octubre de 1944 en Huelva. La de su muerte se escribió ayer en el Hospital Universitario de Alcorcón. Después de tres fallos cardiacos consecutivos, no pudo ser reanimado, y la pálida dama terminó por ganar el pulso que el domador venía echándole desde hace unos cuantos años.

Hijo de Margarita Dordid, contorsionista conocida como 'la pequeña Carolina', y del trapecista griego Christophol Papadópulos, nació bajo la carpa del pequeño circo propiedad de su familia. El mismo en el que debutó como domador el día en que cumplió la mayoría de edad. Apenas tardó cuatro años en convertirse en empresario y en poco tiempo tuvo a más de 300 personas trabajando bajo su dirección en el Circo Ruso.

Fueron sus años de esplendor, cuando las generaciones más jóvenes admiraban boquiabiertos sus hazañas en la jaula de los tigres. Una época dorada que coronó en 1982, cuando recibió la medalla de oro del Festival Internacional del Circo. Fue la cumbre desde la que se despeñó de golpe, por tratar a su vida con el mismo látigo que a las fieras. Vivió siempre en el riesgo, al límite, dentro y fuera de la carpa. Salió de la jaula en camilla más de cinco veces y la última y más grave, en 1990, significó su salto sin red a un precipicio de alcohol, drogas y juego que dilapidó su negocio y la familia de papel couché que había formado con la vedete Bárbara Rey.

Terminaron embargándole el circo, su aspecto empezó a delatar el declive de su salud y dejó de ser el protagonista del mayor espectáculo del mundo, para convertirse en un peón más del circo mediático de más bajo perfil. En los platós televisivos, en medio del griterío, intentó defenderse de las acusaciones por maltrato de su ex mujer; por agresión con arma blanca, de uno de sus socios; relató su paso infructuoso por una clínica de rehabilitación de drogas, un intento de suicidio con barbitúricos... Contrató una de sus últimas apariciones en el 'primer time' del viernes noche para defenderse tras triplicar la tasa de alcoholemia en un control de la Ertzaintza en el barrio bilbaíno de Deusto.

Pero su última aparición en televisión fue premonitoria. Postrado en la cama de un hospital y con dificultades en el habla, le deseaba «buena salud» a Bárbara Rey «para que siga cuidando de mis hijos», dijo. Ella, en plato, le escuchaba con cara de pocos amigos.

En la madrugada de ayer, una cámara de televisión esperaba a la vedete y a los dos hijos de la pareja en la puerta del hospital de Alcorcón pocos minutos después de que los médicos desistieran en las labores de reanimación. El que probablemente ha sido el más famoso domador español será enterrado hoy en el cementerio madrileño de la Almudena.