EL LABERINTO

La Exposición Universal

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Se acaba de inaugurar en Shanghai la mayor y más espectacular Exposición Universal de la historia. El gigante asiático ha desplegado todas sus mejores galas para constituirse en un foco de atracción mundial. El río Huangpu, a lo largo de casi 4 kilómetros, resplandeció el pasado sábado con miles de fuegos artificiales para dar la bienvenida al macroacontecimiento que ha costado la friolera cantidad de 44.000 millones de euros. Oficialmente en China hay unos 80 millones de pobres. Y el límite para incluir a una persona en esa categoría es la de ganar 186 dólares al año. No sabemos cuántos chinos ganan 200 dólares, ni si esa diferencia da pie a permitirse algún extra. Claro que ricos, y riquísimos, también debe haber muchos en ese reducto del comunismo. Algunas fuentes estiman que la fortuna de los 100 chinos más ricos asciende a más 45.000 millones de dólares, y que el chino más multimillonario de todos, un tal señor Larry Rong Zhijian, a su vez hijo de un antiguo político que imagino pertenecería al partido, atesora unos 1.700 millones. Imagino que el chino que ocupa el puesto número 101 del ránking tampoco debe estar mal de 'cash', aunque desconozco cuál es la cifra para poder ser considerado rico en China, de la misma manera que ignoro la diferencia entre la cuenta de resultados de nuestro comercio tradicional y la de las tiendas de los chinos, aunque la supongo favorable a éstas últimas. Pero al margen de las dudas que me plantea este comunismo tan bien avenido con el mercado, imagino que es comprensible el derroche que se vió el pasado día 1 de mayo durante la inauguración que contó con la asistencia de casi 20 Jefes de Estado. Hemos de reconocer que es lógico que los países acudan a la Exposición que se desarrolla en el mercado más floreciente del planeta. Ojalá nosotros pudiéramos tener la milésima parte de la capacidad de atracción que tienen los chinos. Obviamente no se trata de comparar lo incomparable. Al fin y al cabo nosotros no tenemos esa cantidad de multimillonarios, ni tampoco de pobres. Aunque en este último caso el hecho de que la población española sólo sea de 46 millones es realmente un buen síntoma.