LA HOJA ROJA

SEMBRANDO LA DUDA

Ya sabe, según Evo Morales, si come pollos transgénicos se expone usted a tener «desviaciones en su ser como hombre»

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La duda está sembrada. Sembrada, y casi asomando ya los primeros brotes verdes de la misma. Tenemos una planta, o un jardín de dudas. Cuántas veces recibió usted aquel correo en el que de forma muy didáctica le advertían de los peligros de la Coca-Cola, y cuántas veces le dio a la tecla de borrar pensando que aquello era tan falso como el testamento de García Márquez que también recibió -remitido por quien menos pensaba- y borró alegremente. Y ahora resulta que un presidente de Gobierno -sí, sorprende, pero es así- dedica parte de su discurso inaugural en la Conferencia Mundial de los Pueblos sobre el Cambio Climático y la Madre Tierra a contar con la misma parsimonia que Paco Gandía -haciendo méritos para el premio a la elocuencia- cómo un fontanero que no pudo desatacar una tubería con productos químicos, lo consiguió con una lata de Coca-Cola. Vaya, hombre. ¿Cómo tendremos las tripas? se pregunta usted preocupado. Nadie lo sabe. Planea la duda.

Planea como la nube de polvo volcánico que ha cubierto Europa y que ha cerrado sus aeropuertos justo en la semana en la que se celebraba el día de la Tierra. «La tierra te empuja», decía una canción de Gloria Estefan, y lo cierto es que lleva una temporada que es que no para. Volcanes, terremotos, lluvias, riadas. «tiene un quejido, mi tierra, tiene un lamento». De eso, del quejido y del lamento de la madre tierra, -que es como en corrección política hay que referirse al planeta, sobre todo en conferencias mundiales- estuvieron debatiendo en Tiquipaya los líderes mundiales hasta que a Evo Morales le dio por hacer un monólogo del club de la comedia y engarzar las perlas en el peor de los collares, desde la cosa etnológica -y hasta folklórica- de los cubiertos de madera y los platos de cerámica, pasando por la feísima costumbre de pelar las patatas, hasta el caso verídico de la niña de pocos meses hiperdesarrollada porque su madre le daba al pollo transgénico, y el redoble final. Ya lo sabe, moraleja, si come pollos transgénicos se expone usted -en el mejor de los casos- a una calvicie inminente o a tener «desviaciones en su ser como hombre». Otra duda. Tantos años de lucha a favor de los derechos de los homosexuales y al final va a resultar que es todo por culpa de los pollos, ¿había gays antes de que los pollos fueran transgénicos? Un auténtico escándalo. «En Europa -decía Morales- casi todos son calvos. Y es por las cosas que comen. Mientras en los pueblos indígenas no hay calvos». Otro escándalo. Vamos, que le faltó decir aquello de lo que se come, se cría.

Mal asunto este de las declaraciones de Evo Morales. Todavía, si lo hubiera dicho el Papa andaríamos por ahí dando berridos, apostatando y rasgándonos las vestiduras por tan asquerosa y retrógrada afirmación. Pero lo ha dicho un presidente de Gobierno y lo más socorrido -y también lo más cómodo- es echarse unas risas y decir «bueno, es que él es así. Tiene razón en que comemos mucha porquería», «la verdad es que los bolivianos tienen una buena mata de pelo.» En fin. Que el rasero no siempre es el mismo. Que la botella medio llena o medio vacía es una pura cuestión de perspectiva.

«De las cosas más seguras, lo más seguro es dudar» decía Miguel de Cervantes, por aquello de recordar lo del Día del Libro que se celebró ayer. Dudar. Como duda Arturo Pérez-Reverte, que ni ha firmado ni va a firmar nada hasta que estén claros los medios técnicos con los que se cuenta para montar la exposición. Total, que nos pueden dar las uvas esperando a que esto salga adelante y a que se apruebe la licitación de la muestra cuyo presupuesto dicen que puede rondar entre los seiscientos y los novecientos mil euros, una tercera parte de lo que costó la exposición de Madrid, que sirve de referente a la nuestra, o por lo menos, eso es lo que dijo Juan José Ortiz, concejal del Bicentenario. Pues bueno, la cosa está clara. Porque también dijo Pérez-Reverte que sus honorarios en Cádiz iban a ser la mitad de lo que cobró en Madrid. Empate técnico. O casi. A ver qué se puede hacer con cien millones de las antiguas pesetas. Algo a la altura de la ciudad y de la efeméride. Lo dudo.

Por lo pronto hay algo en lo que no tenemos dudas. Ya sabemos que Bisbal y Alejandro Sanz pasarán por la provincia este verano. Sanlúcar y Alcalá. Nada se sabe aún de Cádiz ni de lo que nos ofrecerán, salvo que tendremos una hora menos de servicios en la playa. En fin. Ya se sabrá. Tampoco hay que adelantar acontecimientos. Tiempo al tiempo y son, ya se sabe, malos tiempos para la lírica. O no. Esta semana el escritor y periodista Juan José Téllez presentaba su obra, galardonada con el XXIV Premio Unicaja de Poesía, Las grandes superficies -el título, en bandeja- y hacía unas declaraciones que me han hecho dudar, «nunca se ha escrito ni leído tanta poesía como se está haciendo ahora». Bueno, puede que sea cierto. Por lo menos, lo fue el martes, con cientos de estrofas en la puerta de IKEA. Sería por lo de las grandes superficies.