Editorial

Salvar a Grecia, salvar el euro

La cuota de España incrementará nuestra ya abultada aunque manejable deuda

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Grecia no ha aguantado más ante la lógica del mercado que, a medida que se agravaban los problemas de solvencia del país heleno -la última mala noticia ha sido la detección por Bruselas de un déficit superior al previsto en 2009-, ha venido exigiendo tipos de interés más altos para conceder créditos. De ahí que ayer, el primer ministro Yorgos Papandreu pidiera al Eurogrupo que materializara el rescate por unos 40.000 millones -30.000 de ellos aportados por los quince socios del euro- que ya estaba decidido, en colaboración con el FMI. Al producirse la noticia, los mercados, que ya exigían el 9% de interés a los bonos de deuda griega, bajaban nuevamente el tipo al 8,6%. Un interés todavía muy alto, que podría comprometer decisivamente la capacidad del país mediterráneo para salir del atolladero y evitar la quiebra. Pese a que el acuerdo de préstamo a Grecia está tomado -España contribuirá con alrededor del 12% de la cantidad prevista, casi 3.700 millones-, faltan todavía algunos trámites para que la operación se cierre satisfactoriamente. En concreto, ha de formalizarse el acuerdo explícito del Eurogrupo, que podría producirse inmediatamente, incluso por videoconferencia. En todo caso, el dinero podría llegar a manos griegas a mediados de mayo. El salvamento de Grecia, país que ha incumplido sistemáticamente sus obligaciones de estabilidad presupuestaria -falseando incluso sus estadísticas para engañar a la Comisión- y se ha visto sorprendido por la recesión, ya no es una cuestión de filantropía política. Como reconoció Rajoy el pasado miércoles, de lo que se trata es de salvar el euro, y en esta tarea todos hemos de comprometernos. De ahí que el principal partido de la oposición, al principio reacio, haya apoyado incondicionalmente el préstamo español, que engrosará nuestra ya abultada aunque manejable deuda. El interés al que se efectuará el préstamo rondará el 5%, mediante una fórmula que será acordada por los ministros y que variará con el euríbor. Como contrapartida, Grecia será sometida a un severo escrutinio que hará el ajuste muy doloroso (de hecho, ya hay en el país una gran tensión social). Es el precio que los griegos tendrán que pagar por sus excesos de antaño.