:: ÓSCAR CHAMORRO
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Un reencuentro con sabor agridulce

Los miembros de la tripulación de la fragata 'Navarra' abrazaron a sus familiares tras cinco meses de misión contra la piratería en el Índico El recuerdo a los caídos en Haití empañó la alegría del regreso de los marinos de Somalia

ROTA. Actualizado: Guardar
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«Aunque estemos en tiempos de paz, la muerte es algo normal en esta profesión». Jorge, de 31 años, no pudo celebrar la Navidad con su familia. Tampoco su cumpleaños, ni el de su hijo que ahora observa hacer travesuras con el carrito. Él es uno de los 221 marinos de la fragata 'Navarra' destacada en las aguas del golfo de Adén y la cuenca de Somalia para luchar contra la piratería en el marco de la 'operación Atalanta', auspiciada por la Unión Europea. Ayer, tras cinco meses lejos de sus familias, pudieron por fin abrazarlos con una sensación agridulce, a consecuencia del impacto y la tristeza por los cuatro compañeros caídos en Haití.

«Su recuerdo es un ejemplo para todos. Vosotros habéis desarrollado vuestro trabajo magníficamente bien y habríais estado dispuestos a entregar lo que por desgracia ellos han tenido que entregar: su propia vida». El Almirante de la Flota, Juan Carlos Díaz, da la bienvenida a los marinos en cubierta. «Ya estáis en casa, ahora es el momento de disfrutar de la familia y descansar».

«Lo hemos pasado muy mal. Casi no he dormido en 24 horas. Ha sido mucho dolor y tristeza y una ansiedad muy grande por que llegara este momento». Mientras espera a su hija Tatiana, ecuatoriana de 21 años, Norma recordó con pesar la triste noticia. A su lado, Williams, el hermano pequeño, sujeta un ramo de rosas. Minutos después, horas para ellos, se produce el esperado encuentro. «Ha sido mucho tiempo, y es muy duro estar lejos de la familia, sobre todo durante las fiestas. Ahora toca disfrutar». Con los ojos empañados, no da para más. «Hemos estado realizando labores de vigilancia y protegiendo a los barcos pesqueros». Enrique, de 33 años, acaricia a su hijo de apenas uno. Bien arropado con una manta, se concentra muy serio en el chupete. Cinco meses cambian mucho a un niño. «Está mejor que el padre», dice él. «Viene más delgado», apostilla su mujer.

Luto en el ambiente

Alegría por el reencuentro con los seres queridos, alivio por el regreso sanos y salvos e incertidumbre ante la inminencia de nuevas misiones. Las sensaciones flotan en el ambiente de la Base militar. La misma que apenas unas horas antes se tiñó de luto para decir su último adiós al comandante de intendencia Luis Fernando Torija, al teniente de infantería Francisco Forné, al alférez de navío Manuel Dormido y al cabo mayor Eusebio Villatoro. «Vimos por el funeral por la televisión, en el barco». Jonathan, de 24 años, reconoce que ha sido un duro golpe de última hora. «Pero hay que seguir adelante, y ahora lo importante es que estoy con mi madre y que vamos a recuperar estos cinco meses separados».

Otra madre, Carmen, también tiene sentimientos encontrados. Pero por motivos distintos. «Estoy contenta porque viene mi yerno, Héctor, pero mi hijo José Carlos está en la fragata que le ha dado el relevo, y aún quedan unos meses hasta que esté con nosotros». Son historias comunes con nombres propios que pasan felizmente desapercibidos, salvo cuando los salpica la desgracia. Todos ellos querrían permanecer siempre en el anonimato. Más allá de las misiones cumplidas, esa sería su mayor victoria.