Dos jóvenes se afanaban en limpiar una de las viviendas más deterioradas por la riada. :: CRISTÓBAL
Jerez

Ayuda con dos meses de retraso

Los trabajadores, que retirarán barro y pintarán las paredes, se quejaban de que no les habían facilitado el material necesario; Las cuadrillas de limpieza comienzan a adecentar la zona rural tras la riada

JEREZ. Actualizado: Guardar
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Se les esperaba desde hace dos meses y ayer por fin hicieron su aparición en las barriadas rurales devastadas por el temporal. Escobas en mano, con ganas de arrimar el hombro y con la alegría de quien tiene una mínima perspectiva laboral tras mucho tiempo de obligado parón, las 25 personas que conforman las cuadrillas municipales de limpieza comenzaron ayer a realizar las labores por las que se les ha contratado por un periodo de un mes.

Una voluntad de trabajar innegable que sin embargo se pega de bruces con la realidad, ya que la gran mayoría de los vecinos afectados ya han saneado sus casas y las han adecentado en la medida de lo posible. Aún así, desde primera hora de la mañana las cuadrillas se afanaban en retirar escombros y barro, limpiar paredes y hacer faenas de albañilería con las que algunos están de sobra familiarizados.

Entre sus caras, se ven gentes de diversas edades y distinto sexo que tienen el denominador común de encontrarse en paro y proceder de las zonas afectadas. Éste es el caso de Tania Martínez, que con sólo 22 años ayer fue de las primeras en ponerse manos a la obra junto a su prima Vanesa Camacho. Se da la circunstancia de que esta joven ha sufrido en sus propias carnes lo que es quedarse sin hogar por el temporal, puesto que sus padres aún siguen realojados en el centro social de Las Pachecas, a la espera de que arreglen definitivamente su casa.

«Yo me apunté porque estoy sin trabajo y mi padre y mi madre también. Me salió esta oportunidad y la aproveché. Además, así ayudo a los míos». Su prima, también en el desempleo junto a su marido y con dos niños a los que alimentar, no dudó un instante en solicitar su incorporación a estos grupos de trabajo. Cuando comenzaron, no obstante, se encontraron con la primera piedra en el camino: el Ayuntamiento no les dispuso de materiales, por lo que todos los utensilios y productos necesarios tuvieron que correr a cargo de los empleados, que tampoco contaban con botas para limpiar el barro y el agua ni con guantes para todas las tareas manuales que han de llevar a cabo.

«No nos han dado nada de material y yo estoy aquí quitando la mezcla de las paredes como puedo», apostilló otro trabajador, Antonio Sánchez. En esa misma línea se expresó una de las propietarias de las viviendas afectadas, María Romo, que lamentó que los propios vecinos «estén poniéndolo todo. Aquí no han avisado de nada, ni hay encargado ni dan explicación alguna».

A pesar de eso, los trabajadores harán todo lo posible por arreglar los destrozos, incluyendo labores de pintura si es que se les facilitan los útiles necesarios. «Yo he sido afectado -comentó Juan Pérez, otro miembro de las cuadrillas de Lomopardo- y además estoy en paro, por eso he venido aquí. Soy cerrajero pero con la crisis... Hay que hacer lo que sea, a los niños hay que mantenerlos».