Cartas

Engaños

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Uno se va haciendo mayor y cada vez le cuesta mas creer en ciertas cosas. ¡Hay que ver cómo engañan las apariencias! Así que, a fuerza de desengaños, nos vamos convirtiendo en unos escépticos recalcitrantes. Y no se trata de mirar la pajita en ojo ajeno y olvidarse de la viga en el propio. Si somos sinceros con nosotros mismos, hemos de reconocer que a menudo nuestra imagen exterior no concuerda con nuestra realidad interior. Pero claro, cuando somos muy poquita cosa, nuestras trampas, hipocresías, engaños, etcétera, por muy deplorables que puedan ser cualitativamente hablando, acaban teniendo escaso recorrido. El problema es mucho más grave cuando la paja o la viga aparece en personajes públicos de quienes esperamos comportamientos ejemplares. ¿Cómo no dejarse atrapar por un cierto escepticismo, ante el cúmulo de escándalos protagonizados tanto por las jerarquías políticas como por las religiosas?