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El Gobierno interino de Kirguistán anuncia elecciones en seis meses

MOSCÚ. Actualizado: Guardar
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Rosa Otunbáyeva, la cara visible del nuevo poder formado en Kirguistán tras la revuelta que el miércoles se llevó por delante al presidente Kurmanbek Bakíev, declaró ayer en rueda de prensa que su equipo, denominado Gobierno provisional o de confianza popular, controla la situación en el país centroasiático. Al menos cuenta con el respaldo del Ejército y la Policía. Pero lo cierto es que, a juzgar por los continuos saqueos y los tiroteos escuchados anoche en la capital, Bishkek, la estabilidad sigue siendo muy precaria. Al caer la tarde, los enfrentamientos entre las fuerzas del orden y los manifestantes se intensificaron.

Bakíev parece que se ha refugiado en la parte sur del país, en donde están sus partidarios, pero se desconoce su paradero exacto. Ayer envió una nota a los medios de comunicación en el que advertía de que no dimitirá, pero sí reconocía que en el momento actual «no puedo influir en los acontecimientos». Mientras tanto, en los hospitales y depósitos de cadáveres afinaban el balance de víctimas causadas por los violentos enfrentamientos. Según el Ministerio de Sanidad, hubo 75 muertos y un millar de heridos.

Los desórdenes comenzaron el martes en la localidad de Talás y se propagaron a Bishkek y a otras ciudades al día siguiente. La gente salió a la calle de forma aparentemente espontánea para protestar contra la carestía de la vida, el paro, las malas condiciones de vida y la corrupción generalizada. Con anterioridad, los partidos opositores ya habían condenado la deriva autoritaria de Bakíev. «Lo sucedido es nuestra respuesta a la represión y a la tiranía del régimen de Bakíev», dijo Otunbáyeva ante la prensa. Según sus palabras, «a esto se le puede llamar revolución o como quieran, da igual, es nuestra forma de exigir justicia y democracia». La jefa del Gobierno interino, compañera de Bakíev durante la 'revolución de los tulipanes' de 2005, anunció que serán convocadas nuevas elecciones en seis meses y que se nacionalizarán algunos activos privatizados ilegalmente por el anterior Ejecutivo.

Apoyo ruso

La primera llamada telefónica desde el extranjero que recibió ayer Otunbáyeva fue del primer ministro ruso, Vladímir Putin, cuyo país tiene una base militar en Kirguistán y se dispone a construir una segunda. Putin dio su apoyo al nuevo Gobierno y ofreció ayuda humanitaria. De momento, Moscú ha enviado más tropas a la base aérea de Kant, al este de Bishkek, para reforzar el contingente allí desplegado y defender a sus ciudadanos de posibles ataques de descontrolados.