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El Plan

En términos taurinos, el ministro de Trabajo es un diestro temerario que siempre termina corneado y en el hule

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Por favor, vamos a calmarnos. Vamos a pensar qué queremos hacer. Los que mandan, los que soportamos a los que mandan y los que nos pretenden mandar. Noto entre ellos un afán indisimulado por dar titulares, y aprecio entre nosotros, los periodistas, vocación por hacer política. Yo mismo me asusto diciendo según qué cosas en Punto Radio, pero no menos al escuchar a algún ministro haciendo titulares con una habilidad para la portada del periódico que ya quisieran algunos directores. Uno de ellos es el de Trabajo. Si hubiera justicia en mi gremio ya le habrían dado el carné de periodista, ese que en el reverso dice: «se ruega a las autoridades faciliten al portador de esta credencial su labor informativa». No le haría falta siendo como es autoridad. De su competencia no digo nada, él mismo la describe contando los parados por millones.

Es difícil encontrar en el Gobierno a alguien con tanta habilidad para el error cuando traza previsiones: nunca llegaremos a cuatro millones de parados, dijo hace un año. Vale. A finales de enero anunció que la salud de la Seguridad Social era indiscutible. Ayer éste periódico daba cuenta de la recomendación del ministro de Trabajo de un Gobierno que, sin ambages, se califica de socialista. Corbacho aconseja hacer planes de pensiones privados. No lo criticaré yo, que tengo uno. Para diez millones de españoles es una garantía de tranquilidad y futuro tras la jubilación. Pero a qué españoles recomienda esto Corbacho. ¿A los pensionistas? No. ¿A los parados? No. ¿A los mileuristas? Tampoco. Ése es el problema, queriéndolo o no el ministro manda un mensaje a varios millones de ciudadanos votantes de izquierda que nunca tendrán un plan de pensiones.

No critico la habilidad que tiene el Gobierno para rectificar. Especialidad de la casa, que dicen en las tabernas. Tampoco lo que dura la palabra de un ministro que hoy me jubila a los 65 y dentro de dos años, tras las elecciones, a los 67. Mandan, pero no gobiernan. Critico el despiste de Corbacho cuando recomienda que suscribamos planes de pensiones. Le compran la mercancía miles de ciudadanos que nunca votarán al PSOE. Pero los suyos, los que nunca tendrán una pensión alternativa a la que el Estado les procure, no entienden en qué idioma habla el ministro. No comprendo la facilidad con que genera inquietud en aquellos que esperan verse arropados sólo -sólo, repito-, por la Seguridad Social. En términos taurinos, el de Trabajo es un diestro temerario que siempre termina corneado y en el hule. Si fuera torero allá él, pero es el jefe de la caja, y ahí toreamos todos. Lo hacemos a la manera de Orwell, ya saben: todos somos iguales pero algunos más iguales que otros. Los más iguales siguen el consejo de Corbacho. Los menos no entienden nada. Se preguntan qué será eso de un plan de pensiones mientras miran el calendario a ver cuándo hay que ir a votar. Pero ese es otro plan. El Plan.