Opinion

La campaña ansiolítica

Uno se pregunta si para producir confianza basta con invocarla como un mantra

Actualizado: Guardar
Enviar noticia por correo electrónico

Con el eslogan 'Esto sólo lo arreglamos entre todos' se ha puesto en marcha una campaña para la recuperación de la confianza ciudadana en tiempos de crisis. Loable propósito, que sería más de apreciar si viniera acompañado de algunos hechos y no quedase en una exhortación bienintencionada y autorreferente que se agota en la linealidad de su propio mensaje. La campaña está promovida por varias empresas y la personifican unos cuantos rostros famosos de emprendedores en áreas diversas como el espectáculo, el deporte, los negocios o la cultura. Desde el punto de vista comunicativo, cumple a la perfección los preceptos de la publicidad posmoderna: apela a la emoción más que al raciocinio, ofrece una imagen tranquilizadora, vincula su objetivo con valores compartidos por la sociedad, recurre a signos no agresivos, en fin, vende el producto con suavidad y elegancia.

Ahora bien, ¿y el contenido? Uno se pregunta si para producir confianza basta con invocarla como un mantra repetido una y otra vez. La confianza es una actitud consecutiva, no apriorística. Confiamos en las personas y las realidades que previamente nos han dado garantías. Y desconfiamos de aquello que nos causa miedo, que nos inspira cautela, que sencillamente no conocemos. No es fácil, pues, ganarse la confianza de la gente y menos aún conseguir su adhesión a causas imprecisas como la que insinúa la campaña. A Obama le funcionó su 'Yes, we can' porque apelaba a una ilusión latente en muchos norteamericanos, pero sobre todo porque se concretaba en un programa político. Esta campaña ansiolítica y antidepresiva no propone nada en particular. No orienta al receptor sobre lo que tiene que hacer, sino únicamente le dice que se remangue y apriete los dientes. Algo muy en la línea de la psicología del optimismo tan en boga.

Aun así, no estaría mal inyectar a nuestra decaída sociedad un poco de ánimo si no fuera porque el 'Esto sólo lo arreglamos entre todos' señala a la colectividad como responsable directa o indirectamente de la situación. Crea una falsa ilusión de unanimidad a partir de la cual nadie está obligado a rendir cuentas de lo hecho y de lo por hacer porque la culpa queda diluida entre la muchedumbre. Conociendo a varios amigos que han prestado su imagen a la propuesta, no dudo de su buena fe. Pero tampoco son lo que se dice unas víctimas de la crisis. Siguen ganando su buen dinero y disfrutando de un merecido bienestar. No sé hasta qué punto está autorizado a dar recetas alguien que no conoce la enfermedad. Comiendo caliente todos los días uno puede predicar la confianza, el optimismo, y el ballet clásico si se tercia. La cuestión es si con eso basta para sacar adelante un país depauperado. Es lo que tiene la publicidad emocional, que resultaría encantadora si no fuera porque detrás de ella viene la cruda realidad con sus malos modos.