España necesita otros 500.000 empresarios para superar la crisis

España necesita medio millón de 'nuevos' -o reciclados- empresarios para salir de la crisis, asegura el Círculo de Empresarios, colectivo de altos ejecutivos y propietarios de grandes compañías, promotor de la libre empresa en una economía de mercado.

Los autores de un trabajo presentado por el presidente, Claudio Boada, echan las cuentas. Recuerdan que en el año 1996, cuando la tasa de paro era similar a la actual, medio millón de nuevos empleadores permitieron crear ocho millones de puestos de trabajo en diez años. Y se produjo el milagro: la tasa de desempleo bajó del 22% al 8%. Argumentan que, ahora, «por lo urgente de la situación, y lo exigente de los retos futuros», no sólo necesitamos crear la mitad de empleos en la mitad de tiempo, sino que se precisan empleos «más productivos».

Boada precisó que entre estos nuevos empleadores «tiene que haber de todo». Apuntó que no se saldrá de la crisis «contra los empresarios» ni confiando en un empleo público forzosamente limitado por el deterioro presupuestario.

Por todo ello, el Círculo sugiere crear un clima propicio. En su recetario hay propuestas de todo tipo, desde las dirigidas a mejorar la visión social del empresario a los estímulos fiscales, pasando por las políticas de inmigración dirigidas a atraer trabajadores cualificados.

El documento incorpora sugerencias urgentes, como la recuperación del crédito al sector privado y un nuevo impulso al capital riesgo, e insiste en la demanda de reformas -laborales, de regulación y competencia- y en la exigencia de compromisos de pago por parte de las administraciones públicas en los plazos marcados por la ley.

Los empresarios lamentan que la crisis haya deteriorado su imagen. Sugieren que los casos de los escándalos de corrupción urbanística en los que se han visto envueltos algunos de ellos «probablemente han merecido excesiva atención por parte de los medios de comunicación», lo que se ha traducido en un impacto negativo. El Círculo pide para los fracasados, finalmente, una «segunda oportunidad». Propone también que no se estigmatice el fracaso y que el tratamiento jurídico a las quiebras fraudulentas sea diferente al de las que no lo son, con penalización de las primeras.