Jerez

Cristina Hoyos desnuda la esencia de la poesía lorquiana

Una escenografía muy lograda contribuyó a engalanar el baile de la maestra indiscutible de la escuela sevillana El Ballet de Andalucía regaló un buen comienzo a la presente edición del Festival

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Da comienzo el Festival de Flamenco de Jerez. Una nueva edición colmada de espectáculos de prometen dar juego a lo largo de sus dos semanas largas de duración. El pistoletazo de salida ha sido inmejorable. La compañía de Cristina Hoyos ha puesto en escena una de las obras de García Lorca. Antes del comienzo un sentido homenaje a la memoria del recientemente desaparecido Fernando Terremoto, en el recuerdo de todos nosotros, y que en unos días iba a tomar parte del festival junto a Moraíto.

Hablar de Cristina Hoyos es hablar de casta, de veteranía, del baile legítimo de la escuela sevillana. Un espectáculo que ha ganado enteros desde su estreno en los jardines del Generalife granadino. Una escenografía espléndida, difícil de mejorar, junto a un cuerpo de baile que, aunque ha desafiado al tiempo, ha dado peso y consistencia al espectáculo.

Simulando el ambiente del muy poético Café de Chinitas malagueño, los señoritos que lo frecuentaban, su escenario central, las coreografías se han sucedido entre el 'Anda jaleo', la baladilla de los tres ríos, el Vito, la tarara, el zorongo gitano, los cuatro muleros y un largo etcétera de pasajes literarios transformados en arte y poder comunicativo. El enduendado baile de Mariano Bernal, en el silencio más pulcro, que definió por seguiriya, daba paso a secuencias como la saeta, magistralmente interpretada por Vicente Gelo, al cante por seguiriyas de David Carpio, y al baile de Patricia Ibáñez por soleá. La Parrala y la petenera se fundieron entre la frustración y la muerte de una incomprendida con una intensidad que rozaba lo depresivo. La sevillana incluso desglosó su baile en lo alto de una mesa, amén de ejecutar unas sevillanas del siglo XVIII muy ricas en matices. El baile de los cuatro muleros fue uno de los momentos que hicieron arrancar aplausos al abarrotado Teatro Villamarta.

Profundidad y emoción

La recreación del café cantante y el tipo de vida que se daba en la época escenificado por el cuerpo de baile ha sido uno de los elementos que ha dado profundidad al espectáculo. Y un vestuario muy bien cuidado, acorde argumentalmente, han hecho que, junto con la impresionante escenografía se consiga el éxito esperado. A pesar de ser en los últimos tiempos un tema en exceso recurrente el universo lorquiano, Cristina Hoyos, en esta ocasión ha sabido desgranar las letras del poeta granadino dando forma a un concierto que ha dejado un buen sabor de boca en el primer día del Festival jerezano. Y sobre todo ha sabido dar el toque que la faltaba a este espectáculo en su estreno: el trasladarnos al ambiente lorquiano del café cantante en las formas en las que Lorca lo conoció y lo trasladó al papel.