¡ATRÉVETE A PENSAR!

Pienso luego estorbo (sobro)

Actualizado: Guardar
Enviar noticia por correo electrónico

Llevo unas semanas explicando en clase la filosofía de Descartes: «No hay nada que esté más enteramente en nuestro poder que nuestros pensamientos». El estado del mundo da que pensar cada vez más, como diría Heidegger. Pienso ahora en la oferta de empleo público docente para secundaria que ha anunciado recientemente nuestra Administración en la que, por ejemplo, frente a las 500 plazas de Matemáticas sólo se ofrecen 10 de Filosofía. La proporción, 2 frente a 100, es muy reveladora de la importancia que se le da a una y otra materia. ¿Qué futuro le aguarda a la Filosofía en la educación de los jóvenes de nuestra comunidad autónoma? Me han comentado que desaparece también del grado en Ciencias de la Educación.

El pensamiento matemático instrumental es absolutamente necesario y vital ante muchísimas facetas de la vida. Se basa en la capacidad racional que tenemos para inferir, comprender, analizar y resolver determinados problemas y situaciones matemáticas que se nos presentan en la realidad cotidiana, pero se nos muestra alejado de nuestra vida psíquica basada en la reflexión sobre múltiples sensaciones y sentimientos.

Nuestro pensamiento humano es muy polifacético. Por el pensamiento controlamos nuestras mentes y así podemos equilibrar nuestras emociones destructivas y negativas con las productivas o positivas. Existen tres componentes básicos de nuestra psique o aliento vital: instinto, sentimiento y pensamiento. El pensamiento nos proporciona orientación y seguridad. «Ningún humano es libre si no es dueño de sí mismo» decía el filósofo Epícteto, y Leon Blum argumentaba que «los seres humanos libres son aquellos que no temen llegar hasta el final de su pensamiento». Cuando sometemos nuestro pensamiento a intereses de segundo orden, como el dinero o el poder, nos subordinamos a fuerzas ajenas.

Pensar es la actividad más común de los seres humanos. Nosotros mismos nos definimos como racionales, comunicantes y sociales frente a los demás animales.

Vivimos en una sociedad en la que la información y el conocimiento, y su comunicación, son esenciales. Y el pensamiento nos sirve para poder procesar tanta información y construir conocimiento; tiene unas funciones básicas de interpretación de nuestro entorno, de generación de autoconciencia y de crítica. Hoy día parece que el pensar se está convirtiendo en un atrevimiento. Nuestro pensamiento nunca dejará de soñar, dudar, imaginar, crear o proyectar. Hay que pensar más allá de los prejuicios tradicionales, saber interiorizar nuevas ideas y refrescar nuestra cultura. Y para ello hay que educar en el desarrollo del espíritu crítico; necesitamos mentes menos mecánicas y más abiertas y flexibles. Frente al pensamiento único, a lo políticamente correcto, al discurso ideológico dominante, y a los dictados del mercado, hay que defender el pensamiento libre y personal. Las sociedades están formadas por, y para, los individuos, las personas.

En este entorno poco propicio para el pensamiento crítico y la filosofía recordemos a Hölderlin: «Quien ha pensado lo más profundo, ama lo más vivo».