Una periodista observa las obras de Monet 'Le Pont japonais' y 'Bassin aux nympheas' en el Thyssen. :: REUTERS
Sociedad

El 'desafío' de Monet a sus sucesores, en el Museo Thyssen

La muestra confronta las mejores obras del impresionismo con la de genios de la abstracción como Rothko o Mitchell

MADRID. Actualizado: Guardar
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Claude Monet (1840-1926) es un clásico moderno adorado por el gran público. Pero no fue siempre así. A mediados del siglo pasado, el padre del impresionismo era un pintor olvidado, condenado al ostracismo y tenido por «blando, amorfo, confuso y kitsch» en palabras de Guillermo Solana, conservador de la colección Thyssen que ofrece junto a la fundación Caja Madrid 'Monet y la abstracción', una soberbia exposición llamada a ser la reina de la temporada. El cubismo y el constructivismo imperantes en el periodo de entreguerras hizo que los pintores santificaran a Cézanne y se miraran en él, lo que contribuyó al olvido de Monet. Tuvieron que llegar los grandes de la abstracción y del informalismo -los Pollock, Rohtko, de Kooning, Esteban Vicente, Francis o Mitchell- para que la figura del 'ermitaño de Giverny' se colocara de nuevo el una posición de privilegio. Tanto, que se convirtió en una referencia irrenunciable, la verdadera llave de paso hacia la abstracción que él rozó en su últimos años y obras.

A explorar ese papel crucial de Monet se dedica la excepcional muestra que se abre el próximo martes en doble sede, las salas temporales del Museo Thyssen y las de la Casa de las Alhajas de la Fundación Caja Madrid. Un nuevo fruto de una poderosa y firme alianza entre dos grandes instituciones que ha producido en los últimos años 14 muestras de primera línea.

«No es una retrospectiva. Esta muestra es todo un desafío que contrasta a Monet con sus sucesores, algo que no se había hecho antes, y que nos permite asistir al diálogo de Monet con sus herederos» plantea Guillermo Solana, director del Thyssen.

Recuerda como tras a la muerte del pintor, «aún tuvo que pasar una larga temporada en el purgatorio» hasta que después de la segunda guerra mundial «se recupera a ese Monet tardío y brillante «del que ahora se analizan las afinidades con Rohtko, Pollock, Cy Twombly, Mitchell, Richter y tantos otros.

«Los museos deben ofrecer lo que el púbico ama, pero también están obligados a plantear nuevas interpretaciones y lecturas, a plantear problemas, nuevas lecturas de los clásicos, y eso es lo que hacemos con esta muestra» asegura Solana.

Paloma Alarcó, conservadora de pintura moderna, ha sido la comisaria de este ambicioso proyecto que ha necesitado tres años de trabajo y que ha logrado reunir medio centenar de 'monets' excepcionales y confrontarlos a otro medio centenar de obras de los grandes de la abstracción de la segunda mitad del siglo XX. Sin complejos, los responsables de la muestra aseguran que estamos «ante un Monet espléndido que es un regalo y un festín para los sentidos». Una propuesta que a juicio de Solana es «tan brillante, tan rotunda, que el público la va a amar». «Espero, además, que consigamos que quienes vengan entren con más facilidad en la pintura abstracta, que profundiza muchos aspectos de nuestra tradición pictórica».

«Monet, el gran promotor del impresionismo, tuvo su edad de oro. Luego se refugió en Giverny, donde creó el jardín y el estaque que luego pintó sin descanso. Experimentó con su propio lenguaje hasta el final de sus días, lo que le convirtió en un pintor anticuado que no interesaba al vanguardia» precisa la comisaria.