Silvio Berlusconi, pensativo, con el secretario de Estado del Vaticano, Tarcisio Bertone. :: AP
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El fantasma de nuevas Manos Limpias asusta a Berlusconi

Italia vive una oleada de casos de corrupción que evoca el inicio del colapso político de los noventa, que fulminó al primer ministro Craxi

ROMA. Actualizado: Guardar
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Algo pasa en Italia que hay un goteo diario de casos de corrupción. Son demasiados, incluso para Italia. No es nada nuevo, políticos que piden su comisión en la adjudicación de contratos o por hacer favores. Fue la misma práctica que ya destripó la operación 'Manos Limpias' de los jueces milaneses en 1992. Entonces era un sistema masivo y sistematizado de los partidos y, de hecho, tirando del hilo cayó toda una clase política. Desaparecieron el Partido Socialista de Bettino Craxi, que murió en Túnez fugado de la Justicia, y la histórica Democracia Cristiana. Lo nuevo es que, por alguna razón, se creía que el problema estaba superado y asombra cómo se repiten las mismas escenas cutres.

Sólo de pensar que pueda empezar un ciclón similar, al primer ministro, Silvio Berlusconi, se le ponen los pelos de punta y teme su efecto sobre las elecciones regionales del 28 de marzo. Además ha reaccionado como, en su día, su amigo Craxi, diciendo que son sólo casos aislados. Cada día alguien del Gobierno desmiente que el país se halle ante una reedición de 'Manos Limpias', lo que confirma que puede ser así. El socio de Berlusconi y cofundador del PDL, Gianfranco Fini, tuvo una frase memorable: «Entonces se robaba para el partido, quien roba hoy es un ladrón y basta».

'Manos Limpias' nació el 17 de febrero de 1992 con el arresto de Mario Chiesa, un dirigente socialista que cobraba el 10% de todas las concesiones públicas, tras la denuncia de un empresario. En las últimas semanas está pasando lo mismo. Mirko Pennisi, concejal de Milán y responsable de urbanismo, pillado cuando recibía 5.000 euros escondidos en un paquete de tabaco para desbloquear un expediente de una obra. El presidente de la provincia de Vercelli, Renzo Masoero, sorprendido con la tarifa de 10.000 euros por el servicio de desratización. Anteayer fue el jefe de la sección antifraude de Hacienda de Varese y ayer, un dirigente del mayor hospital de Nápoles.

Pero esto es calderilla comparado con el gran escándalo de la Protección Civil. Este organismo, que dada su función actúa saltándose trámites burocráticos y de control, ha sido adulterado por esa razón para asumir todo tipo de iniciativas. No sólo, por ejemplo, el terremoto de L'Aquila, sino cosas como el mundial de natación o la cumbre del G-8. Se ha descubierto que ocultaba un gran negocio, con facturas infladas de hasta el 50% y dirigentes que se cobraban la adjudicación con favores y, como siempre, con prostitutas. La prensa se llena cada día de grabaciones telefónicas con los peores tópicos, desde decenas de cuñados enchufados a derroches con champán. Se ha tocado fondo con la conversación de dos empresarios que la misma noche del terremoto, que causó 307 muertos, ríen ante el negocio que se les presenta. La desolación es máxima porque el escándalo salpica a dos de los hombres de Berlusconi con más credibilidad, el director de Protección Civil, Guido Bertolaso, también cazado con una masajista brasileña, e incluso al secretario de la presidencia, Gianni Letta, el 'cerebro gris' del Ejecutivo.

Paradoja fantástica

Berlusconi inscribe el fenómeno en una de esas conspiraciones para derribarle. Cree, como muchos, que lo que está pensando es demasiada casualidad. Salvo que haya una huelga a la japonesa de policías y magistrados parece mucha coincidencia que, de repente, se hayan puesto a trabajar. Una posible explicación es que quizá ahora se denuncia, por puro hartazgo del italiano medio. El informe del Tribunal de Cuentas presentado esta semana desmiente la teoría de los casos aislados y es demoledor: las denuncias de corrupción, «un cáncer», han aumentado este año un 229%.

'Il Cavaliere' ha reaccionado anunciando un endurecimiento de las leyes contra la corrupción. Es una paradoja fantástica pues se ha pasado años despenalizando delitos y cambiando leyes para paralizar sus procesos. Además, él mismo fue condenado por financiación ilegal del PSI de Craxi, aunque luego salió airoso por la habitual prescripción del delito, y también se libró de una condena por corrupción por las atenuantes. Y cómo va a pedir a nadie que dimita por andar con putas enviadas por empresarios si él hizo lo mismo, como se supo en los escándalos del pasado verano.