Sociedad

La verde Groenlandia

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Las temperaturas viven en continuo movimiento. «Hace ocho o diez siglos, el clima era tan caliente como el actual o más. Los vikingos descubrieron Groenlandia y la bautizaron así, Tierra Verde (Grüneland)», recuerda Manuel Toharia. Fue entonces cuando los noruegos colonizaron territorios antes inhóspitos como Islandia, aunque sus descendientes, que al principio se las prometían muy felices con tanto prado, tuvieron que maldecir su ocurrencia. Entre los años 1300 y 1850, Europa vivió una 'pequeña edad de hielo', bien estudiada por el antropólogo británico Brian Fagan. Durante estos seis siglos, regresaron, siempre con fluctuaciones acusadas, los inviernos terribles, las nevadas copiosas, los veranos tormentosos y su inevitable cortejo de malas cosechas, hambre, emigración y desórdenes sociales. A partir de la segunda mitad del siglo XIX, los termómetros se desperezaron y las temperaturas empezaron a subir, aunque flaquearon de nuevo entre 1940 y 1978. Entonces comenzó este insólito calentamiento. «Es distinto de los demás -explica Ruiz de Elvira- por tres razones: porque va en dirección contraria a la que tenía que ir (ahora tocaba un enfriamiento), porque es mucho más intenso y porque es mucho más rápido. Y en los tres casos, la única explicación posible es que estamos inyectando CO2 a la atmósfera. Nadie ha podido ofrecer una razón mejor». Ruiz de Elvira invita a actuar con presteza: «Es como si a usted le detectan un cáncer; cuanto antes lo sepa y se trate, mayores serán sus probabilidades de curación».

Algunos, sin embargo, mantienen otras tesis. «A mí este calentamiento no me parece tan dramático -replica Toharia-. Lo que sí es dramático es lo que predicen los agoreros del infierno carbónico, con modelos matemáticos muy inexactos a los que hacen aparecer como el oráculo infalible». Toharia reconoce la subida de temperaturas, pero avisa: «A mí lo que me indigna es que se diga que éste es el peor problema de la humanidad, cuando hay más de mil millones de humanos muertos de hambre y de sed en el Tercer Mundo. Ésa es la peor tragedia, sencillamente porque está ocurriendo ahora, no dentro de 50 ó 100 años. Pero es más fácil echarle la culpa a Bush o a los chinos que reconocer que nuestra civilización del despilfarro es ya insostenible».