Nadjib Sirat quiere coronar la cima del Everest y que el nombre de Afganistán suene por una noticia positiva. :: AFP
LA PRÓRROGA

A cambiar la imagen de Afganistán

Sirat sueña con escalar el Everest para demostrar que su país puede ser noticia por algo más que la guerra

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Nadjib Sirat sueña con ser el primer afgano en escalar el Everest, la montaña más alta del planeta, con el objetivo de cambiar la imagen de su país y con la preparación de Charles Hedrich, un aventurero francés que en los últimos años se ha lanzado a la búsqueda de récords.

Antes de afrontar la subida a la cima del Himalaya (8.848 metros) en septiembre, Sirat, de 30 años, intentará la conquista en abril del monte Cho Oyu (8.201 metros), situado en Nepal y en sexto lugar en la lista de techos mundiales.

El desafío se debe, principalmente, a su pasión por la aventura. Con ayuda de Charles Hedrich, el joven escalador creó en diciembre la primera federación de alpinismo de Afganistán, cuya presidencia ostenta. Por eso, mirando al futuro, su objetivo es contribuir a desarrollar la industria del turismo en su país, intentando que se olviden las cuestiones bélicas y poniendo en un lugar destacado sus impresionantes paisajes y sus cimas, aptas para los amantes de la escalada.

«Hay montañas increíbles en Afganistán, comparables a las del Tíbet, Cachemira o Nepal, pero nadie lo sabe, por la situación actual», explicó Sirat, aludiendo a la guerra que castiga el país desde 2001.

El alpinista afgano y el aventurero francés, cuya asociación 'Respectons la nature' apoya causas ecológicas y humanitarias a través del deporte, se conocieron gracias a la embajada de Afganistán en el país galo.

Aceptar este desafío implicaba para el alpinista afgano dejar Francia, su país de adopción desde hace más de diez años, y volver a Kabul, donde viven aún su madre y siete miembros de su familia.

A los 18 años, cuando trabajaba para una asociación gala en la construcción de escuelas para niñas, Sirat tuvo que escapar de Afganistán por el acoso de los talibanes. Tras seis meses en Peshawar (Pakistán), obtuvo asilo político en Francia.

En París inició estudios de odontología y se instaló en Grenoble, en los Alpes, donde pudo disfrutar de las montañas y de una afición que se convirtió en pasión.

Años después, el desafío de Sirat de subir a la montaña más alta del mundo tiene componentes simbólicos, intentando demostrar que su país puede ser noticia por algo más que la guerra, la miseria o el terrorismo. A pesar de sus deseos, es consciente de que aún está lejos el día en que Afganistán pueda ser un destino turístico habitual.