Una joven aprovecha el temporal para hacer deporte en Washington junto al Capitolio, inactivo por la intensidad de las nevadas. :: AP
MUNDO

La nieve hace historia en EE UU

La segunda tormenta en una semana prolonga el caos en la costa Este del país

NUEVA YORK. Actualizado: Guardar
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Vancouver seguía ayer importando nieve en los helicópteros más grandes del mundo, a dos días de los Juegos Olímpicos que ya se empiezan a conocer con sorna como las olimpiadas blancas. Pero al sur de la frontera canadiense, la costa Este inscribía también su nombre en la historia por las razones contrarias. Era la segunda tormenta de nieve en una semana, bautizada por los medios con el apocalítico nombre de 'snowmageddon', y la Guardia Nacional desplegada en las calles de la capital para rescatar a los equipos de emergencia.

Desde la madrugada gruesos copos de nieve caían sin descanso desde Washington hasta Nueva York, una distancia de cinco horas de coche. Ciudades como Filadelfia o Baltimore se disponían a batir todos los récords de nieve hasta 1884. Al cierre de aeropuertos, colegios y oficinas públicas le había seguido la orden tajante de prohibir la circulación de cualquier vehículo que no fuera de emergencia, precisamente para evitar que siguieran quedándose atascados en medio de las calles y dificultando el tráfico de las unidades de urgencias.

En las ciudades donde la orden era sólo una recomendación, las autoridades advertían no subirse a un coche sin todo un kit de supervivencia aunque estuvieran en pleno centro urbano, «porque pueden pasar muchas horas hasta que alguien te rescate», subrayaban las emisoras de radio. Incluso la definición de emergencia era ayer más estricta que nunca.

En el corredor que comprende Virginia, D.C. , Delaware, Maryland, New York y New Jersey 63.000 personas habían perdido el suministro eléctrico en medio de estas temperaturas que convirtieron la nieve en hielo, «y si estás sin luz en este momento, que sepas que nadie está trabajando para arreglártela», informó displicente la CNN. En efecto, las compañías de electricidad decidieron que la virulencia de la tormenta era demasiado peligrosa para tener a sus equipos en la calle.

1.500 vuelos afectados

Los tejados planos comenzaron a desplomarse por el peso de la nieve, que en Nueva York auguraba entre 25 y 46 centímetros encima de la que ya había caído durante el fin de semana. Según las autoridades, limpiar las calles de nieve de la Gran Manzana cuesta un millón de dólares por pulgada (700.000 euros), lo que ponía el coste mínimo de la tormenta entre 7 y 13 millones de euros, además de los daños y el déficit de productividad. Al menos unos 1.500 vuelos en la zona habían sido desviados o cancelados.

En Washington, un camión de bomberos por estrenar quedó completamente destruido al desplomarse el edificio. Allí dónde golpeó con más fuerza la primera tormenta del viernes pasado, los funcionarios de Gobierno seguían de vacaciones, probablemente hasta el martes que viene, dado que el lunes es fiesta.

Hasta el Congreso del país más poderoso del mundo había suspendido votaciones clave y permitido al presidente de la Reserva Federal enviar su informe por escrito, en lugar de freírle a preguntas durante la comparencia bianual.

Algunos padres trabajaban desde casa con el bullicio de los niños alrededor, pero en aquellos territorios en los que amainaba la tormenta empezaban a erguirse los muñecos blancos, las guerras de bolas de nieve entre las Universidades de Georgetown y George Washington, y las carreras de esquí por las lomas del Capitolio. Postales que hacen historia.