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Marruecos y el Polisario retoman el diálogo tras la tensión por el 'caso Haidar'

RABAT. Actualizado: Guardar
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Envueltos en un gran secretismo, Marruecos y el Frente Polisario volvieron a sentarse ayer en la misma mesa para intentar dar un nuevo empujón al paralizado diálogo sobre el Sáhara Occidental. La segunda ronda de conversaciones informales, que finaliza hoy, se afronta con cautela por ambas partes, y será difícil que ninguno de los dos ceda ni un sólo milímetro de sus enquistadas posiciones.

Las delegaciones se reúnen a puerta cerrada en la pequeña localidad de Armonk, a unos 50 kilómetros al norte de Manhattan, en un centro de congresos al que no se permite el acceso a la prensa. El enviado especial de la ONU para el Sáhara Occidental, Christopher Ross, que ejerce de anfitrión del encuentro, intenta que ambas partes consigan ponerse de acuerdo para reanudar el proceso de negociación, paralizado desde hace dos años.

Uno de los objetivos del Frente Polisario para esta reunión es conseguir que la Misión de Naciones Unidas para la Organización de un Referéndum en el Sáhara Occidental (Minurso), que lleva desplegada en el territorio desde 1991, incluya entre sus cometidos la supervisión de los derechos humanos en la región. El mandato de la Minurso se renovará el próximo abril.

«La política de huida hacia delante de Marruecos y la escalada de violaciones de los derechos humanos que hemos visto desde octubre del año pasado no nos permite ser muy optimistas», reconoció Brahim Galli, embajador de la República Árabe Saharaui Democrática en Argelia. Por su parte, Marruecos, espera que el Polisario «salga de su lógica inmóvil» para alcanzar un compromiso «realista y realizable», según señaló en un comunicado el ministro de Exteriores del reino magrebí, Taieb Fassi Fihri, que encabeza la delegación marroquí. Rabat quiere que las negociaciones se enmarquen dentro de su plan de autonomía para el territorio.

Marruecos y el Polisario se reunieron por última vez el pasado agosto, pero el caso de la activista saharaui Aminatu Haidar, a la que Marruecos expulsó de El Aaiún en noviembre y permitió su regreso un mes después, volvió a tensar la cuerda.