Puente del Pilar en la Sierra

«Había que esperar hasta 15 minutos para cruzar un puente»

Senderistas que ayer fueron a la ruta del río Majaceite cuentan cómo se colapsó el sendero

Decenas de personas aguardan en el acceso al Rio Majaceite de El Bosque. LA VOZ

N. Agrafojo

Aparcamientos al completo, aglomeraciones y los restaurantes llenos. El Puente del Pilar transcurre en la Sierra de Cádiz como si no existiese pandemia alguna o como si nos trasladásemos a un año anterior. Parece ser que el coronavirus no ha frenado las ganas de fiesta de los gaditanos, que se han lanzado al senderismo sin tener en cuenta la situación sanitaria en la que nos encontramos.

Desde ayer, localidades como El Bosque, Grazalema, Benamahoma o Setenil de las Bodegas se encuentran completamente abarratodas de visitantes, una situación que ha causado un enorme malestar a los vecinos residentes en la zona e incluso ha provocado algún amago de pelea con los miles de senderistas que han elegido estas fechas para pasar estos días de descanso. Uno de los senderos que ha sufrido más aglomeraciones es el del Río Majaceite que une las localidades de El Bosque y Benamahoma. Algunos senderistas que ayer se encontraban realizando esta ruta aseguran que la situación era «surrealista».

Las zonas de aparcamiento se llenaron a primera hora de la mañana y los visitantes comenzaron a formar colas kilométricas en los accesos ante la incredulidad de quienes utilizaron el sentido común para darse la vuelta y trasladarse a otro de los numerosos senderos con los que cuenta la provincia de Cádiz. «Es el más conocido y el más fácil para hacer en familia», comentan algunos expertos que ayer «decidimos darnos la vuelta al ver lo que había», apuntan.

«Te dabas cuenta de la cantidad de gente que había cuando intentabas atravesar un puente. Estuvimos hasta quince minutos para poder atravesarlo con seguridad. Pensamos incluso que el puente se caía de la cantidad de gente que intentaba pasarlo al mismo tiempo. Pudo ocurrir una tragedia», apunta este experto, que asegura que poco tiempo después, los cuerpos de seguridad tuvieron que establecer un control y limitar el acceso.

Aunque todos los visitantes llevaban puestas las mascarillas, este grupo de senderistas asegura que en absoluto se respetaba la distancia de seguridad a lo largo del recorrido. «Los caminos estrechos se llenaban de gente que iba en los dos sentidos. Te rozabas constantemente, te tocabas y era imposible mantener una distancia mínimo», afirma.

Estos senderistas, acostumbrados a realizar este sendero, aseguran que nunca habían visto tanta gente. «De hecho, nos extrañó cuando intentamos reservar en los restaurantes y era imposible. Estaba todo lleno desde el día anterior. En el pueblo era imposible comer·, apuntan al respecto.

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