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Otro clásico en la final de Copa

El Barça no sufrió ante la Real en la vuelta porque Messi acabó con la emoción antes de la media hora

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Las llamadas a la épica, las apelaciones al espíritu del viejo Atotxa y la fe en los milagros no fueron suficientes para la Real, que cayó eliminada frente a un Barça que hizo bueno el resultado de la ida, salió muy concentrado, no concedió errores en defensa, se dedicó a vivir de rentas y certificó que Messi ha vuelto. Aunque Ángel Cappa diga que ha perdido la pasión por el juego, en Sevilla lideró a su equipo con dos golazos bajo la lluvia y en San Sebastián mató la eliminatoria en el momento oportuno, justo cuando mejor estaba el rival. Jugará su séptima final copera ante el Real Madrid.

Fue en el minuto 26, abortó cualquier atisbo de remontada txuriurdin y la vuelta de las semifinales de Copa, que se presentaba eléctrica y de alto voltaje en Anoeta, se convirtió en un mero trámite para los de Martino. Podrá gustar más o menos, pero el Barça de, Tata ya está donde le exige su insaciable afición: en una final y nada más y nada menos que ante el Madrid. La final que las televisiones sueñan, porque garantiza un 'share' muy importante y que quería evitar la Real, ausente de una finalísima de Copa desde 1988, precisamente la que perdió ante el Barça en el Bernabéu.

Los txuriurdines nunca han eliminado a los azulgrana en la competición del KO y deberán esperar a una nueva oportunidad. Podrán lamentarse del penalti y expulsión de Mascherano sobre Vela en la ida, que luego trajo consigo la roja de Martínez, o del accidente de Elustondo, pero lo cierto es que el Barça fue superior en el cómputo de los 180 minutos: llegó más, vio puerta con claridad y apenas cometió errores. La vuelta se anunció como la gran batalla enrabietada de Anoeta y se quedó en intento de choque.

Vela había dicho en los días previos que la manera de remontar el 2-0 del Camp Nou pasaba por mantener la portería a cero hasta el minuto 70 y a partir de ahí soñar con un par de aguijonazos a última hora que dejaran al Barça sin capacidad de reacción. La Real salió presionante, pero agrupada en su campo y dejando el balón al Barcelona, para robar rápido y sorprenderle a la contra. Los donostiarras no querían encajar pronto por nada del mundo y el control lo llevaban los hombres de Martino, que no reservó nada, consciente de que enfrente iba a encontrarse un rival sobreexcitado que se jugaba la vida y que estaba ante una oportunidad casi única de tocar la gloria. La Real salió intensa, con un 4-4-2, que dejaba a Vela y Seferovic en punta. Generosa en el esfuerzo, buscaba el robo imprevisto que le permitiera lanzar a su balas: Vela y Griezmann.

Ilusiones desvanecidas

Sin embargo, todo la ilusión de un abarrotado estado de Anoeta se desvaneció bien pronto, casi sin tiempo para soñar con una posible remontada. Messi agarró una contra, tras un fallo en la salida de la Real, y entre cuatro defensores, el argentino lanzó un zurdazo desde la frontal que Zubikarai, que tocó con lo dedos, no pudo evitar que entrara a la portería. Jarro de agua gélida para los blanquiazules, que a partir de ahí sufrieron de lo lindo.

El gol de Messi tumbó a la Real, abrió el partido, que se puso de ida y vuelta, lo que situó al Barça en su salsa. Lo mismo tocaba y tocaba, que sorprendía a la contra con dos o tres pases. Con espacios por delante, Messi, Pedro, Alba, Alves, Iniesta, Xavi y Cesc jugaron a placer.

Tras la reanudación, los hombres de Arrasate tiraron de orgullo. Adelantaron líneas y se fueron a por el partido, al menos para no perderlo. La remontada era más que una quimera, pero los querían despedirse de la Copa con un buen sabor de boca y brindar un buen resultado a la hinchada. Pero el partido estaba bastante roto y, aunque los de Jagoba Arrasate mantuvieron la concentración y la intensidad, no pudieron con la defensa blaugrana, que este miércoles sí, estuvo acertada y muy seria. Cerró bien, sujetó a Vela, anuló a Seferovic y no tuvo lagunas con el movimiento de Griezmann. Sólida atrás, con un buen Zubikarai, que sacó tres o cuatro goles cantados, la Real maquilló la eliminatoria en el 86, con un ataque culminado por el extremo francés. Los guipuzcoanos pudieron haber hecho alguno más en la segunda parte, si bien al final se tuvieron que conformar al menos con no perder.