Varios ciclistas circulan por las calles de Londres. / Reuters
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Londres, tumba de los ciclistas

Cinco accidentes mortales en solo nueve días desatan las críticas contra el alcalde, que aseguró que algunos usuarios de las dos ruedas se creen "moralmente superiores"

MADRID Actualizado: Guardar
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La noticia de que cinco ciclistas han muerto en Londres en apenas nueve días no ha conmovido al alcalde de la ciudad, Boris Johnson, que ha defendido a los conductores frente a los usuarios de los vehículos de dos ruedas, a los que ha criticado por "saltarse semáforos, circular entre el tráfico de alta velocidad o entrar en un cruce sin mirar de dónde vienen los coches". Hace tres meses, el alcalde aseguró que "algunos ciclistas se creen superiores al resto de los usuarios de las vías públicas". Angustiados por la sangría de fallecidos y enfurecidos porque Johnson siempre ha presumido (algunos creen que solo para lograr votos) de usar la bici en la ciudad, los ciclistas de Londres se han lanzado contra el primer edil, al que exigen que tome medidas para acabar con la siniestralidad vial que azota la metrópolis.

En realidad, cualquiera que haya paseado un día por Londres se extraña de que no ocurran más accidentes. Aquello es una jungla de asfalto donde coches, autobuses, camiones, motoristas y ciclistas luchan por cada centímetro de carretera, que además, casi siempre está mojada. Pero en esta pelea no todos parten en igualdad de condiciones. Los ciclistas llevan las de perder, y aunque cualquier londinense (empezando por su alcalde) jurará que respeta, y hasta ama, a los vehículos de dos ruedas, la realidad es la contraria.

Pero la situación es peliaguada. Por un lado, después de una etapa de restricciones al tráfico en la ciudad de la mano del anterior alcalde, Ken Livingstone, el Ayuntamiento de Londres ha vuelto a abrir la mano, en forma de rebaja de impuestos, a los coches que circulan por el centro. Por otro, la capital británica es una ciudad en continua reforma, lo que explica el enorme tráfico de camiones en su centro. Qué decir de los autobuses de dos pisos, emblema londinense, pero sin duda, peligrosos para los ciclistas. Y el cóctel se cierra con el auge de la bicicleta en los últimos años, por razones medioambientales, pero también por el prohibitivo precio del transporte urbano (seis euros cada viaje en metro y más de tres en bus). Además, los ciclistas locales son bastante guerreros y, efectivamente, no en todos los casos respetan las normas de tráfico, por no hablar de sus colegas continentales (españoles, italianos, franceses) que no se aclaran con el 'turn left', 'turn right'. En todo caso, los usuarios de las dos ruedas son los menos culpables en todo este asunto.

La campaña London Cycling Campaign reclama al alcalde que la ciudad se convierta en la nueva Ámsterdam, pero Johnson recuerda que eso es imposible. Mientras tanto, promete activar un proyecto de mil millones de euros para acondicionar diferentes áreas de Londres para intentar mitigar lo máximo posible la sensación de vulnerabilidad de los ciclistas.