Tenis | Shanghái

Nadal, un ciclón en Shanghái

El balear mostró un gran nivel ante Wawrinka y en semifinales se enfrentará a Del Potro

MADRID Actualizado: Guardar
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A Rafa Nadal le sienta bien el número uno. Sólo hay que ver el nivel que fue capaz de ofrecer en el primer set cuando Stanislas Wawrinka estaba partiendo la bola o la exhibición que realizó en el segundo cuando su rival era ya una marioneta. En ambas fases del partido sacó lo mejor de sí mismo y llevó al límite al suizo, que pagó algo que pesa demasiado: no haber ganado nunca al líder de la clasificación mundial. Sin llegar a sacar tan bien como en los dos partidos anteriores, Nadal ganó por lo que gana siempre: por tenis y cabeza. Especialmente por esto último. Todo ante un tenista que tuvo los mismos errores que de costumbre: le tembló la mano cuando tuvo que brillar. Por eso perdió 7-6 (10) y 6-1. Al manacorense le espera en semifinales Juan Martín del Potro, que derrotó a Nicolás Almagro por un doble 6-3.

Y eso que el octavo del mundo empezó como un tiro el duelo de cuartos de final contra Nadal. Si la pista es rápida, aprovechémoslo y seamos agresivos desde el primer tiro. Eso debió pensar Wawrinka, vista su intensidad. El suizo, muy metido en la pista, mejoraba según pasaban los juegos. Tanto de derecha como de revés, cuando cogía la iniciativa era un peligro para Nadal. Sin embargo, el de Manacor tampoco se durmió. Es más. Se atrevió a probar nuevas cosas. Los aficionados chinos degustaron más voleas de lo normal en ese acto inicial, además de múltiples variaciones con su primer servicio. Y eso que no fue su mejor día con el saque.

Después de que Nadal cediese su primera bola de ‘break’ en todo el torneo al final de la manga, el set, y prácticamente el partido, se decidió en el ‘tie-break’. Fueron más de 20 minutos de lucha en los que brilló más la irregularidad de ambos que los aciertos. Wawrinka demostró por qué nunca le ha ganado un set a Nadal: tuvo errores imperdonables en los momentos clave y dudó cuando fue por delante.

Con 5-5, tiró fuera un revés -su mejor golpe- francamente cómodo; con 6-6, hizo una doble falta; y con 8-7 a su favor volvió a errar otro revés sencillo. La suerte que tuvo es que Nadal tampoco estuvo fino hasta el final de la muerte súbita. Ahí sacó a relucir su talento. Y con 10-10 se jugó una dejada perfecta que fue decisiva para darle el set. Dio la sensación que Wawrinkla mereció algo más, pero en esto del tenis ya se sabe que cuando juega Nadal no hay merecimientos que valgan: o aprovechas tus oportunidades o te vas para casa.

Derrumbado moralmente, el helvético todavía tuvo la posibilidad de darle emoción al partido. Dispuso de una doble oportunidad de ‘break’ nada más arrancar la segunda manga. Pero de ese posible 1-0 a su favor pasó al 5-0 para Nadal. Dos roturas de servicio y que pase el siguiente. Y todo porque, además de la caída del número ocho del mundo, Nadal se creció. Fue capaz de soltarse y de conectar un tiro ganador tras otro hasta desquiciar a su rival. Así se metió en semifinales de Shanghái, pasando por encima de su enemigo y siendo un ciclón en tierras asiáticas.