Varios soldados israelíes duermen mientras sus compañeros rezan en el Golán. / Reuters
análisis

Siria: el indeciso factor israelí

Soldados de Israel destacados en el Golán han recibido “disparos desde Siria”, a los que han respondido con misiles Tamuz

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Israel anunció esta mañana que sus efectivos en el Golán habían recibido “disparos desde Siria” y sufrido algunos daños materiales, aunque no bajas y que habían respondido con tiros de precisión”. La versión del diario 'Haaretz' concretaba algo más y daba un dato relevante: se contestó al fuego con misiles Tamuz.

El 'Tamuz' es un misil tierra-tierra de corto alcance guiado por láser y que en sus últimas versiones ofrece tal precisión en alcanzar el blanco que es “capaz de entrar por una ventana del objetivo escogido”. No hay más detalles y el incidente parece menor y acotado, pero su perfume político merece atención. Es la tercera vez, y aparentemente la más grave, que hay intercambio de fuego en la zona, una penillanura siria ocupada por Israel en 1967 y colonizada desde entonces.

El asunto debe ser encuadrado en la política general de Israel frente a la inquietante extensión de la guerra en la vecina Siria, frente a la que ha intentado observar una especie de neutralidad calculada. El tono menor de esta conducta del gobierno israelí es conforme a una tradición de 40 años, según la cual, “Asad es un canalla, pero mantiene la frontera del Golán en paz” y observa sus obligaciones en la línea controlada teóricamente por soldados de la ONU.

Los canales secretos

La situación podría cambiar si el régimen sirio se viera tan contra las cuerdas que decidiera desbordar la guerra civil, ya en vías de regionalización, y extender el incendio a la región como un todo, empezando por Líbano. Hasta hoy Damasco ha reaccionado con frialdad a los tres bombardeos israelíes, el último a principios de este mes, contra lo que Israel calificó de “equipo militar iraní en vías de ser entregado al Hizbollah” (la milicia shiií libanesa ahora activa en la batalla por el control de Qussayr).

Es seguro que los israelíes hacen llegar su versión –y sus seguridades de que solo les preocupa Irán y su socio regional Hizbollah – a través de los canales siempre abiertos vía Moscú. El primer ministro Netanyahu viajó hace una semana a la capital rusa y se reunió allí con Vladimir Putin para reiterar este punto de vista… y pedir, de paso, que no se entreguen a Siria los misiles anti-aéreos 'S-300', cuyo despliegue complicaría gravemente la eventual creación de una zona de exclusión aérea por la aviación occidental, el sueño de los rebeldes.

Tras el bombardeo mencionado, una fuente oficiosa hizo saber en la TV siria que si se repite “Siria responderá” y dio un detalle curioso e intrigante: se responderá “sin pedir una particular autorización a la presidencia”, como si ya hubiera luz verde de Bashar el-Asad. Algo imiprobable. Lo seguro, en cambio, es que la aparición en escena del Hizbollah, que sostuvo brillantemente una corta y fructífera guerra contra Israel en el verano de 2006, cambia las cosas y podría, llegado el caso, ser el brazo de la generalización del conflicto. Una hipótesis de pesadilla.