FÚTBOL

El Barça, entre el orgullo y el apocalipsis

Aunque nadie quiere hablar de fin de ciclo, el doloroso 4-0 en Múnich recuerda al 4-0 de Atenas en la final de 1994 ante el Milan y obliga a reflexionar

BARCELONA Actualizado: Guardar
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Un 4-0 encajado ante el Milan en la final de la Liga de Campeones de Atenas supuso un antes y un después en la historia del Barça. Aquel 18 de mayo de 1994 consta como la fecha de defunción del ‘Dream Team’ de Johan Cruyff por las decisiones que se tomaron incluso en el avión de regreso de Barcelona, aunque el entrenador holandés todavía resistió dos años esperpénticos en el cargo.

Es pronto para saber las consecuencias que tendrá el 4-0 que el Bayern le endosó al Barça en la ida de la semifinal de la ‘Champions’, por lo menos no ha trascendido ningún despido mientras se volaba desde Múnich, pero todos los que tienen un sentimiento culé van a tener que poner de su parte para que el 23 de abril de 2013 no sea la fecha del fin de ciclo de la etapa más exitosa de la historia del club.

Nadie cree en la remontada en el Camp Nou, aunque se buscará con orgullo y profesionalidad, y se trata de afrontar con sentido común una renovación que no debe ser traumática para que el modelo tenga continuidad. Al fin y al cabo, un equipo que llega a seis semifinales consecutivas de la gran competición continental no puede estar en crisis. Pero el 4-0 del Bayern se suma al 1-3 del Madrid en la vuelta de la semifinal de Copa en un partido que el equipo blanco controló con un 0-3 hasta el último minuto.

Los grandes rivales europeos han crecido técnicamente, son más fuertes físicamente y conocen de memoria la forma de hacer frente al previsible 4-3-3 azulgrana. El Milan y el PSG, dos clubs en crecimiento, ya tuvieron contra las cuerdas al conjunto de Tito Vilanova en octavos y cuartos de final. Al Barça le vale con lo que tiene para ganar la Liga, con el mérito que conlleva superar al Madrid de Mourinho en la clasificación, pero para volver a sentirse el mejor de Europa va a necesitar algo más. Se intuye un buen número de fichajes y bajas. No solo la presumible llegada de Neymar lo arreglará todo. Toca reforzar la defensa y el centro del campo. Y posiblemente intentar que el sistema de juego sea más flexible, siempre sin renunciar al estilo.

Al Barça hay que aplaudirle, eso sí, por saber caer con dignidad en Múnich. Aunque el árbitro húngaro Viktor Kassai concedió dos goles ilegales al Bayern (el 2-0 de Mario Gómez en fuera de juego y el 3-0 de Robben tras falta de Müller a Alba) y uno más que dudoso (posible falta de Dante a Alves antes del 1-0 de Müller), los jugadores no buscaron excusas. Todos reconocieron la superioridad del rival. «El mejor equipo con el que me he enfrentado», afirmó Alves. En el fondo, todos saben que si no hubiesen entrado esos tres regalos arbitrales, los goles podrían haber llegado de otras formas. Kassai tampoco vio un par de manos de Piqué y Alexiss dentro del área susceptibles de ser señaladas como penalti.

Cuando un equipo del potencial ofensivo del Barça solo dispara una vez entre los tres palos (Bartra, y con una inocencia abrumadora) nadie puede reclamar nada. También hay que aplaudir que en las valoraciones post-partido nadie argumentara que las bajas de Puyol, Mascherano y Adriano restaron recursos defensivos al conjunto. Tampoco se recordó que Messi, Busquets, Alba y Xavi llegaban entre algodones. Seguro que todo unido fue una montaña ante un Bayern convertido en una apisonadora, convencido de que este año la Liga de Campeones no se le puede escapar tras perder dos de las tres últimas finales.

Sombras en el campo

No es casualidad que varios jugadores dieran la cara ante los medios de comunicación tras un resultado tan doloroso. Hasta Messi, una sombra en el campo, todavía renqueante de su lesión, habló para señalar: «Nos han ganado en todo, han sido más fuertes, fueron muy superiores». Quedó la duda de si el argentino estaba para jugar, si fue un lastre para el equipo depender de un futbolista mermado físicamente, pero lo cierto es que disputó los 90 minutos y no estuvo peor que otros supuestamente más enteros físicamente como Iniesta, Xavi o Sergio Busquets.

Sí se criticó la falta de reacción del banquillo azulgrana ante el estropicio que se avecinaba. Tito Vilanova y Jordi Roura no movieron el banquillo hasta el minuto 83 tras el 4-0, cuando Villa, uno de los que se irá al final de temporada en busca de más responsabilidades, entró por Pedro. Ver a Alexis de titular sigue poniendo los pelos de punta a más de uno, mientras Tello se quedó en la grada y jugadores como Thiago y Cesc, en franca progresión en sus últimas apariciones ligueras, ni calentaron.

Y aunque ya se han escuchado voces para la remontada de la vuelta, todavía sonaron a lógico tópico. «Lo vamos a intentar», dijo Messi. «Si el Bayern ha marcado cuatro, nosotros también podemos hacerlo», le secundó Alves. Para comprobar si realmente hay fe en el milagro habrá que esperar unos días. Pero ya no vale ni el argumento esgrimido por Xavi antes de la vuelta de octavos ante el Milan, cuando anunció que «esta generación le debe una remontada a la afición». Ahora serían dos. Parece demasiado. Pero Heynckes no dio al Barça por muerto. Jupp sabe por su experiencia que el fútbol todo es posible. De momento el sábado, si el Barça gana al Athletic en San Mamés y el Madrid pierde ante el Atlético en el Calderón, el equipo azulgrana puede ser matemáticamente campeón de Liga, quizás un impulso anímico para intentar la proeza frente al Bayern.