ARTE

Dalí, sueños y enigmas

El Reina Sofía reúne dos centenares de piezas en una muestra esencial que fija el perfil menos circense del genio daliniano

MADRID Actualizado: Guardar
Enviar noticia por correo electrónico

Su enorme ego se habría acrecentado ante la exposición más ambiciosa que aparatosa que abre el sábado el museo Reina Sofía. Salvador Dalí (1904-1989), el pintor de los sueños, el surrealista rebelde, el enigmático apóstol de la paranoia critica, el payaso genial, habría babeado de placer al ver reunidos los frutos más selectos de su enorme talento en una muestra esencial. Un súper-concentrado de genio daliniano que marcará un irrepetible hito. Son casi 200 obras, una treintena inéditas en España, que enriquecen la percepción del poliédrico artista ampurdanés bautizado con el despectivo anagrama 'Avida dollars'. Hay dibujos, material documental, fotografías, manuscritos, revistas, películas y filmaciones de enorme importancia. Pero sobre todo pintura, la mejor, para fijar el perfil menos circense del universal artista.

¿El bufón ensombreció al genio? Una pregunta pertinente sobre la que arrojara luz 'Todas las sugestiones poéticas y todas las posibilidades plásticas', excpecional selección que triunfó en París con 800.000 visitas. Es el récord de asistencia del Centro Pompidou, organizador junto a la fundación Gala-Salvador Dalí de Figueras y el Salvador Dalí Museum de Saint Petersburg (Florida), que aúnan esfuerzos para reunir lo mejor de sus fondos. Jean-Hubert Martin es el comisario general al frente de un equipo que completan Montse Aguer, Jean-Michel Bouhours y Thierry Dufrêne. Han apostado por un Dalí esencial sin dejarse llevar de aparataje circense que arrastra el personaje. Se fijan «en el poeta que trabaja con imágenes ante que en el cínico comercial» según Manuel Borja-Villel, director del Reina Sofía.

Casi diez año después del centenario de su nacimiento y a veinticuatro de su muerte, el universal artista catalán mantiene bien asido el cetro del surrealismo e intacta su capacidad de atraer masas. Un Dalí que amaba los dólares sobre todas las cosas y que alimentó hasta los últimos días la controversia sobre su excéntrica figura y su magistral y proteica obra. La muestra quiere revalorizar al polifacético y polémico pintor, pensador, teórico y ensayista que se tenía por "mejor escritor que pintor", tan admirado como criticado, y creador de una visón del mundo. Hay préstamos excepcionales, como 'La persistencia de la memoria' (1931) que cede el MoMA y que jamás se había expuesto en España; 'Construcción blanda con judías hervidas (Premonición de la guerra civil)' (1936) significativa obra del Philadelphia Museum of Art; 'Metamorfosis de Narciso' (1937) que viaja desde la Tate Modern, y 'La tentación de San Antonio' (1946) del museo de Bellas Artes de Bélgica.

Unas obras muy selectas para presentar un destilado de alta calidad del Salvador Dalí que, pasando por varios ismos, escaló hasta la cima del arte del siglo XX. Es hoy, con sus denostados Pablo Picasso y Joan Miró, uno de los genios indiscutidos de moderna la cultura española, junto a sus traicionados amigos Luis Buñuel y Federico García Lorca. Un Dalí que está por encima de sus propias 'boutades' y escándalos, alma de exposiciones como la que le dedicó el Reina hace un decenio. El corazón de esta muestra es la etapa surrealista, cuando Dalí desarrolla su método paranoico-crítico basado en el delirio genial que le permite transformar y subvertir el mundo y se sustancia obras mágicas como 'El gran masturbador' (1929), 'La persistencia de la memoria' (1931), 'Guillermo Tell' (1930) o 'El Espectro del Sex-Appeal' (1934).

Se ocupa antes la exposición de la perversa relación con su padre, su paso por la Residencia de Estudiantes y su etapa parisina. Luego de la era americana, la 'atómico-nuclear', su colaboración con Hollywood, el regreso a autárquica España de Franco, su connivencia con el régimen y su multimillonaria decadencia a la más que alargada sombra de Gala. Incluye una sección dedicada a los autorretratos que refleja la visión que Dalí tuvo de sí mismo y la que construyó en distintos pasajes de su vida, desde 'Autorretrato con cuello rafaelesco' (1921) o 'Autorretrato Cubista' (1923), hasta la película realizada con Jean-Christophe Averty en 1966, 'Autoportrait mou de Salvador Dalí'.

Dólares y masas

Fue el de Salvador Dalí y Domenech un poderoso y múltiple genio, «el surrealista químicamente puro» paar Breton,que tras distanciarse del grupo se entroniza a sí mismo: «Yo soy el surrealismo». Un precursor que compendió antes que nadie que los escenarios para el arte estaban en el cine, en Hollywood y Nueva York, en la publicidad y en cualquier otro soporte susceptible de alcanzar a un público masivo y generar cascadas de dólares.

En esa carrera del 'Avida dollars' - despectivo anagrama que encierra nombre y apellido - fue crucial el papel de Gala, mujer de origen ruso, nacida Elena Ivanovna Diakonova, primera esposa de Paul Éluard y convertida en su musa y eterna pareja. La conoció en 1929 al tiempo que tomaba contacto con los surrealistas y su unión y sometimiento serían definitivos.

«Dalí Sabía mejor venderse a sí mismo que su obra», escribió Javier Pérez Andújar en su biografía del artista que acabó sus días firmando centenares de hojas en blanco y que veía en las falsificaciones una prueba de su grandeza. «Fue el surrealista más original, hasta llegar a convertirse en el mejor pintor del grupo. Es el pintor de los sueños», confirma Montse Aguer, comisaria de la muestra del Reina y directora del centro de estudios dalinianos.

Pintor, escultor, escritor, y sobre todo un infatigable provocador - «la única diferencia entre un loco y yo, es no estoy loco», dijo- , los expertos seguirán debatiendo aun muchos años si el genio de Dalí fue quizá superior a su genial pintura, y cómo uno de sus valores más genuinos fue anticipar esa vertiente masiva y popular del arte contemporáneo que marcaría el siglo XX. «Dalí convirtió en estímulos para la imaginación creativa las tensiones generadas entre las dos concepciones de la cultura en el siglo XX: la gran tradición europea de la alta cultura o de elite, y la baja cultura o cultura popular» precisaba en 2004 Félix Fanés, comisario de la primera gran muestra del 'año Dalí.