Fútbol | Liga Europa

El Levante paga su conservadurismo

El equipo granota no quiso arriesgar hasta que tuvo perdida la eliminatoria y puso fin a su aventura europea a ‘puerta cerrada’ y bajo la nieve

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Bajo la nieve, sobre el césped artificial de un estadio moscovita prácticamente vacío a 800 kilómetros de Kazán y, sin espíritu ganador, el Levante pagó su conservadurismo y puso fin a su aventura europea ante el verdugo del Atlético de Madrid, el defensor del título. El debutante Levante estaba en la Liga Europa para disfrutar, y así llegó hasta los octavos de final, pero en la capital rusa su partido de despedida fue un suplicio, porque desde el primer minuto se comprobó su temor y respeto ante un Rubin con mayor ánimo y experiencia. Ni jugó ni se divirtió el Levante, incapaz de marcar un gol al Rubin Kazan en 210 minutos. Ni en el Ciutat de València ni casi a ‘puerta cerrada’ en el Luzhniki, donde los rusos aprovecharon su momento para asestar el golpe definitivo. El equipo granota no quiso arriesgar hasta que tuvo perdida la eliminatoria y así cayó. Con orden durante casi 100 minutos, pero sin posibilidad de explotar en ningún momento el contraataque que tanto le gusta. Precisamente, a la contra dio el Rubin Kazán la puntilla a un Levante decepcionante en Moscú.

El Levante aguantó durante hora y media el domino casi absoluto del Rubin, pero el equipo de JIM estuvo siempre demasiado precavido y solo se animó algo en la recta final previa a la prórroga y cuando ya estaba diciendo adiós a Europa con el 1-0. Reaccionó muy tarde, y lo hizo sin un ‘9’ de referencia cuando se marchó el inédito Acquafresca y salió Valdo para jugar de falso delantero centro. Hasta entonces, hasta el último cuarto de hora del tiempo reglamentario, basó su supervivencia en la contención y siempre estuvo a expensas de un milagro en forma de contragolpe. Demasiado poco ante un Rubin que también tenía sus miedos, aunque al menos los rusos no dejaron de intentarlo frente al orden defensivo de los granotas. Sin apenas acabar una sola jugada, la única preocupación del Levante era esperar atrás, mantener la concentración defensiva y aprovecharse de algún despiste del Rubin que no se produjo. A la hora de crear y llegar, el Levante estuvo desaparecido, porque Barkero, su mejor hombre, apenas entró en juego, y al igual que otras veces el equipo ha explotado la banda derecha, en Moscú no existió, ya que Pedro López se quedó en el banquillo y Pedro Ríos no salió hasta el tramo final de unos insufribles 90 minutos.

Al menos, la defensa granota liderada por Ballesteros y David Navarro mantuvo a raya a los rusos durante un partido completo, pero resultó insuficiente, porque falló en un momento decisivo, cuando Natcho metió en profundidad a Rondón y el exdelantero del Málaga remató en el área pequeña. Se la tragó el veterano Ballesteros y el delantero venezolano batió a un Keylor Navas vendido que, aunque apenas tuvo trabajo, ya había salvado a su equipo en el tiempo reglamentario. Se veía venir un gol del Rubin, cada vez más cómodo, controlador e incisivo bajo los copos en la capital rusa. Con paciencia, el conjunto de Kazán mantuvo la posesión de la pelota, metió al Levante en su campo, e impidió cualquier posibilidad de contra de los de Juan Ignacio Martínez. Ahí estaba el mayor peligro del Levante, pero la experiencia del Rubin pesó demasiado y el equipo español erró en defensa en un momento crucial. Le quedó una segunda parte de la prórroga, pero de nada sirvieron los rezos de Keylor Navas arrodillado bajo su portería, porque el Rubin se sintió poderoso con ese gol forjado a base de tranquilidad y trabajo. También se esforzó mucho el Levante, pero solo con la mente en la destrucción y en los balones largos. Así era imposible.

El tanto obligó por fin al Levante a lanzarse a por un gol que le hubiera dado el billete a cuartos sin pasar por los penaltis, pero el marcador en contra pesó demasiado, y las prisas -aparte de que no había elaboración, chispa ni fe, se convirtieron en el mayor enemigo de los granotas. Frente a la sólida pareja local formada por Natcho y Orbaiz, Diop e Iborra no tuvieron profundidad, porque la intención del equipo era otra. Y por si fuera poco, Barkero acabó cojeando un choque para olvidar, pésimo de fútbol y también muy pobre en mentalidad ganadora. El Levante no tenía nada que perder, pero no quiso jugársela y le salió, como era previsible, cruz. Cuando ya tuvo que dar un paso adelante, obligado por el marcador, se llevó el segundo, precisamente en una contra. Un triste final para los granotas.